OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "No se puede contar con la nueva izquierda para defender la igualdad de derechos"

Bienvenidos a una nueva mañana de radio. Del 12 de octubre. Día de la fiesta nacional. Si hoy es doce, entonces el lunes es dieciséis. Y el lunes termina el plazo que empezó ayer para que Puigdemont responda al requerimiento que le ha hecho el Gobierno.

Cinco días. Cinco días de octubre.

El gobierno ha pulsado la primera tecla para aplicar el 155. Antes de tomar medida alguna, corresponde escuchar al presidente autonómico que está incumpliendo sus obligaciones constitucionales. Es lo menos grave, digamos, que puede hacer el gobierno central. Y ha empezado por ahí, por lo menos grave. La pregunta:

¿Confirma usted, President Puigdemont, que ha declarado la independencia? ¿O ese documento que firmó usted después del pleno del Parlament no se corresponde con lo que declaró usted dentro?

A esta pregunta pudo haber respondido en el Congreso, ayer, Joan Tardá. Esquerra Republicana. Su partido es gobierno en Cataluña. Pero no lo hizo.

Pudo haber respondido Campuzano. Su partido es gobierno en Cataluña. Pero tampoco lo hizo.

¿Qué es lo que sucedió en el Parlamento catalán anteayer, según estos dos diputados, Esquerra y PDeCAT? ¿Se declaró la independencia?

Según Tardá, lo que sucedió fue esto. Según Campuzano lo que hizo Puigdemont fue lo siguiente. La parte contratante de la primera parte.

Ni Esquerra ni el PDeCAT quieren explicar en el Congreso ni la declaración de independencia ni la propuesta de suspensión de sus efectos a la que el Parlamento catalán, que se sepa, no ha respondido todavía.

Lo que sí quisieron decir Tardá y Campuzano es que no cuenten con ellos para dialogar sobre la reforma de la Constitución en el Parlamento.

Este diálogo no lo quieren, mira. A este diálogo no van ni con condiciones ni sin ellas, mira.

Y lo que sí quiso exponer Campuzano es lo agradecidos que debemos estar todos al honorable Puigdemont por habernos dado una oportunidad de pactar con él la secesión. La última.

Extraordinaria la generosidad de quien se apropia del derecho a decidir de todos los ciudadanos de España. Gratitud eterna a Puigdemont por habernos traído a todos hasta aquí. Con la colaboración imprescindible del PDeCAT, obviamente, que para eso es su partido.

Del pleno parlamentario de ayer, una evidencia, una frase y una constatación.

· La evidencia: que el independentismo llama diálogo a establecer las condiciones que le permitan asegurarse la consecución de su objetivo. El diálogo que ofrecen es sobre las condiciones para la secesión. La única solución que contempla el independentismo es la independencia. Todo lo demás siempre le parecerá un obstáculo.

· La frase, la más inteligente de la jornada de ayer, la pronunció en nombre del grupo socialista Margarita Robles. En la tribuna del Congreso y dirigiéndose a todos los diputados. “Los mediadores somos nosotros, representantes de la soberanía nacional”.

Ésta es la cuestión. Que el Parlamento no hay que inventarlo. Ya existe.

No hacen falta mediadores canadienses, un coro de premios nóbeles o una procesión de obispos. El foro para el diálogo está constituido hace décadas. Se llama Parlamento.

Del mismo modo que Puigdemont no necesita mediadores para dialogar con la oposición parlamentaria en Cataluña —basta con que quiera dialogar con ella, cosa que nunca ha hecho—, el Estado no necesita mediadores para resolver sus tensiones internas. Porque el gobierno de la Generalitat de Cataluña es parte del Estado. Y porque el diálogo institucional en los países avanzados se desarrolla, sobre todo, en los Parlamentos. Por eso es tan bochornoso que el rodillo de la mayoría absoluta independentista privara de sus derechos políticos a la oposición en Cataluña. Por eso ha sido tan bochornosa la ausencia, hasta ayer, del Parlamento español en el principal debate que hoy tiene planteado el país.

· Los mediadores son los diputados que nos representan a todos.

· El único camino posible para debatir la autodeterminación de un territorio es la reforma constitucional.

· Y donde los partidarios de la permanencia de Cataluña en España han de ganar a los contrarios es en las urnas, como ayer dijo en este programa Borrell y como ha escrito Pérez Rubalcaba.

Si hay llegado el momento de un cambio de reglas, páctese en los Parlamentos y propóngase a los ciudadanos en las urnas. Eso es la expresión máxima del diálogo, de la construcción de puentes y del parlem, el hablemos que algunos se obstinan en travestir estos días para colarnos por la puerta de atrás el entreguismo. El sometimiento a la imposición del bloque independentista. No es más dialogante el que más veces dice diálogo como no es más demócrata el que más veces define a su conveniencia la democracia. No es dialogante Puigdemont por ir a la CNN a decir que está dispuesto a hablar sin condiciones previas de cómo asegurar la independencia. Porque ésa es —lo ha sido siempre— la condición previa. Tragar con lo que él pretende.

El pacto en los parlamentos y el sometimiento a la voluntad última que expresemos los ciudadanos, todos, en las urnas es lo contrario a lo que está pretendiendo el gobierno autonómico.

Una constatación, una frase y una evidencia.

La evidencia: que no se puede contar con la nueva izquierda que dice encarnar Podemos para defender la igualdad de derechos de todos los ciudadanos españoles.

Pablo Iglesias inició su intervención con tono impostado de estadista para soltar una boutade sobre Aznar y Albert Rivera. Y un minuto después instalarse ya en el mítin.

Una vez más, Domenech estuvo mejor que Iglesias. Y una vez más, la intervención de Alberto Garzón no aportó nada.

El nuevo mantra de la izquierda morada se llama Donald Tusk. Iglesias siempre ha sido atento lector, y altavoz, de nuestro amigo Enric Juliana. La tesis es que fue Donald Tusk, con su declaración del martes, quien hizo pisar el freno a los hermanos Puigdemont-Junqueras. Porque pidió diálogo al gobierno, dicen, a cambio de no declarar la independencia.

A ver. Donald Tusk no dijo nada distinto de lo que han dicho los demás responsables europeos y de lo que está diciendo el propio gobierno de España. Diálogo dentro de la constitución.

Respete el orden constitucional y no haga usted imposible el diálogo. Para reformar la Constitución, si se considera oportuno, pero dentro del marco.

Lo que Tusk le ha dicho a Puigdemont es que no es diálogo una frase que dice “o referéndum o referéndum”. No es diálogo declarar la independencia que no está en tu mano e invitar a una suspensión de sus efectos que tampoco lo está.

"Le pido que respete el orden constitucional". La declaración es nítida. No hay nada que interpretar. Y además lo dijo en inglés, no en polaco.

Y subrayemos esto: Tusk se dirigió a Puigdemont como lo que es, el gobernante que tiene en su mano frenar el conflicto. Podemos hizo lo contrario: ni una palabra hacia Puigdemont, ni un reproche, ni una demanda. Todo al gobierno central.

Y aquí viene la constación de lo que ya quedó claro el primero de octubre y las jornadas anteriores: Podemos es socio del bloque independentista para intentar tumbar el Estado Constitucional surgido del 78.

· No se puede contar con la nueva izquierda para defender la igualdad de derechos.

· No se puede contar con la nueva izquierda para defender la Constitución.

· No se puede contar con la nueva izquierda para reclamar que decidamos entre todos las cuestiones que a todos nos importan, que es lo contrario de que las decidan sólo unos cuantos, sean pocos, sean muchos o sean dos millones.