Un viejo mercader de camellos persa, se llamaba Al-sina, y tenía tres hijas, la mayor, Julia, la mediana, Inés y la pequeña, la joven y astuta, Ágata. Dejó dicha la forma en la que sus descendientes debían repartirse sus queridos camellos tras su muerte. Exactamente la mitad para su adorada Julia, una tercera parte para la impetuosa Inés y la novena parte para la joven, bella y astuta, Ágata.
El hombre no era muy equitativo, pero es que además dejó en un lío importante a sus hijas, ya que a su muerte solo había 17 camellos en el rebaño, por lo que la mitad de 17 serían 8 camellos y medio, la tercera parte de 17 son 5,6666 camellos y la novena parte 1,88888 camellos. Imagínate cómo iba a quedar los pobres animales si se ponen a repartirlo así.
Por ello, el señor Al-tocamates les prestó su camello a las hijas de Al-sina, así ya tenían 18. Y ahí todo cuadraba, porque la mitad de 18 son 9, la tercera parte son 6 y la novena son 2.
Pero la mitad de 18 son 9. La tercera parte son 6 y la novena son 2, lo que suma 17 camellos. ¿Y qué hicieron con el camello que sobraba? Se lo llevó su propietario.
¿Cómo puede ser que Al-tocamates resuelva el problema de estas tres jóvenes sobre la herencia de su padre y recupere su camello. Porque es un verdadero misterio.
Solución:
El problema del reparto no es que sea injusto, sino que no es un reparto. Esto es, si sumamos ½+⅓+1/9 da 17/18, por lo que se deja 1/18 "sin repartir" por eso al prestarles su camello cuadran las cantidades y él se lo vuelve a llevar.