Yo no soy nada competitivo y lo asumo y me resigno, pero lo de luchar denostadamente es algo que distingue al deportista y al exigente. El séptimo ejército de los Estados Unidos organiza en Baviera un torneo de drones y va la representación legionaria del ejército español… ¡y lo gana! Les felicitamos, solo faltaba, apechugando la manía que nos tiene el Trump y que seguro se ensanchará cuando se lo cuenten…
No es manía, es hábito feo y execrable lo de ir a los recintos deportivos a desfogarse. El campo donde se lo curra nuestro equipo no es un paintball ni un local donde tiras un hacha a un tronco para amansar tu adrenalina. El sábado se hartó José Rojo Pacheta en El Molinón. Acabó desquiciado por tanto insulto a sus espaldas y al final se cansó y compartió su malestar. Todavía no estamos en el momento en el que un profesional se dirija al árbitro en mitad de un partido y diga: "o estos energúmenos dejan de acordarse de mis ancestros… o yo dejo de ejercer". Creo que el aplauso estaría justificado.
No podrá hacerlo Sergio Francisco, míster destituido en la Real Sociedad, (el fútbol no cambia ciertos códigos: tú no marcas… yo soy despedido). Senda que tomó horas más tardes Luis Carrión en el Real Oviedo. Lo metió la propiedad mexicana con calzador, él aterrizó peloteando la decapitación de su antecesor, y el karma junto con el vestuario, han hecho el resto: ni una victoria que echarse al gaznate.
Y ya que estamos, ¿lo de Xabi Alonso cómo va? ¿hacia adelante? ¿hacia atrás? Porque el tufillo a que solo se está dilatando un final que desean hasta los que jalearon su advenimiento, es de los espesos. Cómo me alucina lo de currar sin apoyos, sin socios que te apoyen, y con la convicción propia de que no pasa nada, que todo es ruido fake. Esto debe ser caso inédito ¿no?
