Diré de entrada que Rivera tiene tanto derecho a esa propuesta como Pablo Iglesiaso ofrecerse a entrar en el gobierno de Sánchez. Añadiré que tiene una ventaja en todo proceso electoral: reitera claramente quién es su adversario, Pedro Sánchez, y eso aclara el panorama de la contienda.
A partir de ahí, dos inconvenientes que Rivera habrá calculado. El primero, que una oferta de coalición beneficia al mejor colocado, que en las encuestas sigue siendo el PP, a pesar de su caída. El segundo, que Ciudadanos es o quiere ser un partido de centro, quizá el único partido de centro, y la alianza con un PP que no gira precisamente al centro deja huérfano al centrismo.
Y no solo eso: lo sitúa en la derecha, por lo menos en aliado de la derecha, y regala a su adversario Sánchez una centralidad gracias a la cual el socialista ya se perfila como ganador. Y un detalle final: falta saber lo fundamental, que es saber si suman. La alianza PP-Ciudadanos necesita 176 escaños, que hoy por hoy no los tienen ni en el sondeo más optimista. Necesitarían por lo menos los escaños de Vox.
Es decir, necesitarían el estigma de la foto de la Plaza de Colón, otro regalo para Sánchez y la movilización de la izquierda. Y de eso no dijo nada el señor Rivera porque, si lo dijera, Ciudadanos estallaría por las costuras de Valls.