El antiamericanismo es otro rasgo, o la extraña devoción a los comunismos, pero no parecen percatarse Iglesias ni sus partidarios que el ejército no lo conforman coroneles golpistas y soldadesca en estado de rebelión, sino profesionales que se desenvuelven en misiones de paz y en emergencias extremas.
Debe reconocérsele a Zapatero la creación de la Unidad Militar de Emergencia, como se le debe reconocer el enfoque pedagógico que conllevaba designar ministra de Defensa a una mujer. Carmen Chacón pasaba revista embarazada. Y ejercía de puente entre la esfera militar y la sociedad civil, de tal manera que el ejército ya forma parte de las instituciones mejor valoradas.
Es el contexto en que serno percibimos su despliegue como un estado de excepción militar ni como un escenario bélico, sino como una contribución decisiva a la angustia del coronavirus. Hace falta orden, disciplina, autoridad, pero también eficacia y pragmatismo, de tal manera que vemos a nuestros soldados desinfectar estaciones, trasladar enfermos, preparar instalaciones e incorporar sus propios médicos y enfermeros.
Nada que ver con los alardes castrenses, pero llama la atención, mucho, que las únicas comunidades autónomas donde no van a operar los militares sean Cataluña y Euskadi. Y no porque ellos no quieran, sino porque el nacionalismo los observa como un tabú.