EL INDULTADO DE RUBÉN AMÓN

Rubén Amón indulta al catalán no soberanista: "Se le reprocha su inmovilismo como complicidad con la independencia y no es así"

Si ayer indultábamos al catalán indepe, creo que hoy procede acudir al auxilio de quien no lo es. Auxiliarlo porque se le viene a reprochar su inmovilismo. Y se menciona su pasividad como una prueba de complicidad silenciosa con la causa soberanista.

Rubén Amón | @Ruben_Amon

Madrid | 12.09.2017 09:53

Y no creo que las cosas sean así. La hiperactividad del soberanismo, su músculo popular, provienen no ya de un relato, sino de una trama religioso-emocional que trasciende la dinámica de partidos en un estadio superior. Se moviliza uno para cambiar las cosas, no para proclamar la fervorosa adhesión a la cotidianidad.

De hecho, el soberanismo es un movimiento estructurado, provisto de estructura organizativa, de impulso institucional, de propaganda mediática, de solidaridad sentimental y de un proyecto sublime: una patria nueva, un sueño territorial, el hallazgo de una tierra prometida.

El catalán no soberanista apenas puede oponer a semejantes ilusiones las virtudes y miserias de la vida convencional, pero tampoco puede excederse en su manera de pensar o de comportarse. Los no independentistas no disfrutan de un hábitat proclive a la exposición de sus humores y posiciones. Predomina la coacción o la intimidación del pensamiento contrario.

Y la evidencia de una sociedad fracturada, no sólo en el parlamento, sino en las familias, establece una posición dominante, el independentismo, y una posición subordinada, más aún cuando la causa de las cosas como están, muy catalanes y españoles a la vez, se resiente del desprestigio de los líderes que se ocupan de reivindicarlas. Y por la pasividad, aquí sí, de los partidos en su inanición o inacción.

El no soberanismo no está organizado porque no puede estarlo. Es un movimiento laico, para entendernos, una cuestión individual. Y no es siquiera un sentimiento. De hecho, el mayor riesgo al que se enfrentaría la hipotética convocatoria de una gran manifestación contra la independencia sería la precariedad de las cifras, no digamos ya en comparación con la expresión masiva de la Diada.

Y no es una minoría. Lo que no dicen las últimas elecciones consiste en que el 52% de la población catalana optó por opciones no soberanistas. Y votar es la mejor manera de salir a la calle, la más civilizada, la más elocuente.