Monólogo de Alsina: "Ya va a llegar la llamada, Pablo, porque Pedro te necesita para resolver este enjundioso dilema"
Ánimo, Pablo, que ya se acaban estas semanas de silencio. De frialdad. De distancia.
Madrid | (Publicado 07.06.2019 07:27 )
Ya va a llegar la llamada. Para una nueva cita. De ésas que Pablo añora. En la intimidad, y el secreto, del Palacio de la Moncloa. Citas a media luz como aquéllas de primeros de año, cuando Sánchez recurría al compadre Iglesias para que le hiciera de celestina con la bancada indepe a ver si conseguían salvar los Presupuestos del Estado. Citas de aquellas que nadie conocía porque oficialmente disfrutaba el líder galapagueño de la baja de paternidad más cacareada de la historia de España.
Ya va a llegar la llamada, Pablo. Ya va a llegar porque Pedro te necesita para resolver este enjundioso dilema.
Hemos pasado del ‘no es no’ a ‘sí o sí’. A Sánchez siempre le ha gustado la frase corta y sin muchas vueltas.
Ahora ya llega la llamada porque Sánchez es el propuesto. El rey le propone como candidato a la investidura. Qué sorpresa. Ganó las elecciones generales, tiene más escaños que ningún otro grupo (aunque tampoco tenga muchos) y es el único aspirante posible para amarrar los 176, o 174 o ya veremos cuántos síes necesarios. El número aún no es definitivo porque dependerá de si el día que se celebre la votación el Supremo siguen en prisión preventiva (cautelar) los cuatro diputados procesados. Esto es lo que anoche subrayó Sánchez: que o le invisten presidente o hay elecciones de nuevo.
O le invisten o le invisten. Esto de que los españoles han dicho que tiene que gobernar se lo ha copiado Sánchez a Rajoy, como tantas otras cosas. Rajoy siempre decía que, como había ganado las elecciones, la mayoría de los españoles le que-rían a él. En realidad, lo que han dicho los españoles es que el PSOE tiene 123, el PP, 66, Ciudadanos, 57, Podemos, 42, Vox, 24, Esquerra, 15, y que a partir de ahí, entre ellos vean quién puede encabezar un gobierno.
Hay poca duda de que acabará gobernando el Partido Socialista, la cuestión es con quién y cómo.Sánchez se aplica a la liturgia y anuncia conversaciones con Casado, Rivera e Iglesias, es decir, las que ya tuvo. De las tres, sólo con Pablo Iglesias tiene algo que negociar. Porque los otros dos ya le han dicho que están deseando que sea investido, pero con su voto en contra y obligado a pactar con los mismos socios que lleva un año echándole en cara.
Fíjense si a Rivera se le estará haciendo largo el gobierno socialista (o sanchista) que ayer repitió veinte veces que el PSOE lleva cuatro años gobernando España.
Sánchez lleva un año gobernando España, uno. Los tres anteriores quien gobernó fue Rajoy, gracias al pacto con Ciudadanos. Dice Rivera que España necesita una oposición diferente a la que han ejercido el PP y el PSOE hasta ahora. En realidad, él lleva ya haciendo oposición cuatro años. Tres como socio opositor del PP, uno como opositor a secas del PSOE.
Paradojas de la política española: quién más ganas tiene de que Sánchez salga investido presidente con los apoyos de quien sea es precisamente Albert Rivera. Nadie se expresó ayer con más vehemencia que él a favor de que gobierne Sánchez cuanto antes, que el líder de Ciudadanos.
Otra vez los cuatro años, ¿ven? Ahí está Rivera, animando a Sánchez a que se eche ya mismo en brazos de Podemos y los independentistas. Casi con prisa. Investidura cuanto antes y con estos socios para poder empezar a reprocharle cuanto antes también a Sánchez que haya sido elegido con estos apoyos y que sean los independentistas quienes tienen la llave de los próximos cuatro años. O mejor que la llave, la batuta. ‘La batuta’ es una expresión del propio Rivera, que cuando se trata de Navarra ve fatal que pueda gobernar el PSOE dejando en manos de Bildu ‘la batuta’. Veamos en qué consiste la doctrina Rivera para Navarra: para impedir que Bildu, enemigo de España, tenga la batuta, que se abstenga quien ha quedado segundo, el PSOE, para que gobierne el primero, que ha sido Navarra Suma.
Recordemos ahora cuál es la doctrina Rivera para lo que no es Navarra sino el gobierno de España: que quienes han quedado segundos no se abstengan ni en pintura para que la batuta del gobierno la tengan los independentistas.
Que lo haga, que lo haga. Que si no, a ver cómo vamos a criticarlo.
Casado también quiere que Sánchez sea investido cuanto antes. Pero no con el apoyo de Podemos, sino con abstención de Ciudadanos. Aquí cada uno está mirando por lo suyo. El sentido de Estado para Casado consiste en decirle a Rivera que se retrate él para poder reprochárselo cuatro años. Y cuando le recuerdan que para investir a Rajoy se empeñó el PP en que tenían que abstenerse los socialistas, ofrece estas dos razones para explicar por qué lo de ahora no se parece en nada a lo de entonces. Dos razones. Una cierta y otra falsa.
Es verdad que de no salir investido Rajoy habría habido terceras elecciones y es falso que no hubiera alternativa aritmética a la abstención del PSOE. Claro que la había. La prueba es que Rajoy aprobó sus Presupuestos un año después con 176 escaños como 176 soles. Había una suma posible para investirle sin el PSOE, pero fue el PNV quien no quiso retratarse. El legendario sentido de Estado del PNV. Luego Rajoy premió su no apoyo pagando a precio de oro los Presupuestos y, una vez abonado el pago, le tumbaron con la moción de censura. Ésta es la historia. El PSOE se abstuvo porque con el PNV no se podía contar. Ahora es el PP quien se enroca en el no es no (a la manera sanchista) y prefiere que sean peneuvistas, Podemos y revillas quienes tengan la llave. O la batuta.
De momento el único partido que ha dado un paso para facilitar la investidura es el Partido Puigdemónico. No reemplaza a sus tres diputados suspendidos y renuncia, así, a que esos tres votos sean decisivos.
Lo anunció la señora Borras, delegada de Waterloo en Madrid, poco después de disfrutar (porque se le vio disfrutar) de su visita institucional al rey de España. Qué sonrisas, qué satisfacción, qué gusto al poder sentirse tan protagonista. El rey también le sonrió mucho a la diputada, y algún comentarista hoy se lo reprocha. No ha trascendido qué le dijo don Felipe a esta señora, por ejemplo, cuando ella, mirándole a los ojos (échale épica a una reunión rutinaria) le dijo esta bobada de que los catalanes no tienen rey.
Salta a la vista que Borrás fue a ver al rey sin entender qué significa ser el rey. Reclama un papel discreto al jefe de un Estado cuando un grupo de gobernantes insurrectos intentan dinamitarle el Estado. Quédese usted quieto, hombre, que total, sólo estamos tratando de acabar también con usted.
Los catalanes sí tienen rey. Lo que los catalanes no tienen es presidente de la Generalitat. Hace años que no tienen alguien que ejerza de verdad como tal. Tienen a un muñeco que está a las órdenes de un prófugo, pero eso no es un president. Quizá si lo hubieran tenido le costaría menos a Laura Borrás entender que el jefe del Estado, como árbitro, es el primer obligado a defender las reglas de juego. Se llama árbitro, no florero.