OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El Rey, desconfinado"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre si los datos en Madrid mejoran o no y sobre las declaraciones del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, en Más de uno sobre por qué don Felipe no debía viajar a Barcelona la semana pasada pero sí debe viajar el viernes próximo.

Carlos Alsina

| 06.10.2020 08:31

Hoy emitiendo desde Valencia. Desde el Palau de la Generalitat. La sede del gobierno autonómico. Y a tres días de que celebremos aquí el nueve de octubre, el nou que es la fiesta de esta comunidad. Festivo el viernes y festivo el lunes, que es día doce y fiesta nacional de España.

En casi cualquier otra región, un puente tan largo como éste pondría de los nervios a las autoridades sanitarias. Por el riesgo de que los desplazamientos se multipliquen, de que se entregue el personal a las celebraciones populares y las reuniones familiares y el virus aproveche para complicarnos aún más la vida. Ésa es la razón, las fiestas que vienen, de que el gobierno aragonés haya aprobado nuevas restricciones en Zaragoza (el lunes, la fiesta del Pilar), o de que le urgiera al gobierno central ir aplicando el cierre perimetral de Madrid: el fin de semana largo que llega el viernes.

Más largo que en ningún otro sitio, en Castellón, en Valencia y el Alicante. Con la ventaja para todos sus vecinos de que la epidemia aquí está bajo control. Su incidencia acumulada (este indicador que se ha convertido en el más analizado de la segunda ola) es el más bajo, con Asturias y Andalucía, de todo el país. Pero… no siempre ha sido así y nada garantiza que la situación no pueda complicarse. Motivos de preocupación ahora mismo hay uno (o más de uno pero éste es el principal): el brote detectado en un colegio mayor, el Galileo Galilei, con 120 contagiados fruto de una fiesta de universitarios a la que asistieron alumnos de distintos campus obliga a revisar las clases presenciales: la Politécnica las ha suspendido y las otras universidades están mirándolo. Es un revés serio en el control de los contagios.

A las nueve hablaremos con el presidente autonómico Ximo Puig. Sobre la epidemia y sobre esto que él ha llamado (no quiero equivocarme) el procés invisible de Madrid. La aspiradora de recursos, dice, que va en detrimento, en perjuicio, del resto de los territorios.

A la pregunta que se le hizo ayer a Fernando Simón (oiga, con los datos en la mano, ¿Madrid mejora o no mejora?) la respuesta fue ésta: que no lo sabe. La ciencia, como se ve, tan invocada por tanta gente estos días, no sirve para dar respuestas nítidas al menos de manera inmediata.

Sanidad no se atreve a decir que Madrid ni mejore ni empeore. Los últimos tres boletines del ministerio recogen esta evolución:

· En número de casos por cien mil habitantes en los catorce días anteriores: el primero de octubre, 695. El dos de octubre, 645. El cinco de octubre, 586.

· En porcentaje de pruebas pcr que han dado positivo: el primero de octubre, 19,5 %; el dos de octubre, 19, 2%; el cinco de octubre, 18,4 %.

· En camas de UCI ocupadas por pacientes de coronavirus: el primero de octubre, 42 %; el dos de octubre, 42 %; el cinco de octubre, 41,5 %.

Es en estos datos en los que se basa el gobierno autonómico para martillear el mensaje de que sus medidas, antes de la intervención del gobierno central, ya estaban dando resultados. Pero son estos mismos datos los que el ministerio relativiza porque entiende que es precipitado afirmar que la curva ya se está doblegando.

De hecho, y para hoy, convoca el gobierno revisión de la situación. No descarta que si la evolución es buena puedan levantarse restricciones, pero esa hora aún no ha llegado. Ni en Madrid ni en los otros municipios que han estrenado el confinamiento perimetral (la próxima medianoche empieza en León y en Palencia). Las autoridades admiten que este tipo de confinamiento blando es difícil de hacer cumplir y menos efectivo que la reclusión en casa, claro, pero confían en el factor disuasión y en que todo el que pueda (insisten en ello los alcaldes) se quede la mayor parte del día en su casa.

El ministro de Justicia visitó ayer este programa. Le recordamos que Sánchez dijo hace un año, tras la sentencia del procés, que las penas debían cumplirse íntegramente. Entonces se interpretó como un rechazo preventivo al indulto. Pero ahora explica el ministro que la pena se cumple íntegra, aun indultado, porque es la pena la que se recorta. Y tanto.

Sobre la reforma que planea el gobierno para el delito de sedición, y que podría traer consigo una reducción de las penas, sostiene el ministro que no es consecuencia de su negociación con el independentismo, sino del debate social que existe en torno a este delito.

Reiteró el ministro Campo que él no dijo ‘se han pasado tres montañas’ cuando los nuevos jueces gritaron hace dos viernes ‘viva el rey’ y expuso esta explicación sobre por qué don Felipe no debía viajar a Barcelona entonces pero sí debe viajar el viernes próximo.

A esto le llama el gobierno la normalidad. Que el rey no se asome por Cataluña cuando está al caer una sentencia que disgusta al independentismo o cuando está de aniversario un referéndum ilícito y que sí se asome cuando ya haya salido la sentencia o ya haya pasado el aniversario. Más que normalidad llamémosle nueva normalidad, tan anómala después de todo.

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