Arrepentíos, pecadores de palabra, obra y omisión, por haber pensado mal del Gobierno. Hatajo de maliciosos que veis la sombra del mal en toda acción gubernativa. Insidiosos que convertís una carta amistosa, plena de información pertinente y de intenciones bondadosas, en una suerte de amenaza a quien ose desairar al presidente más desinteresado que hemos tenido nunca.
Ya vale de piensa mal y acertarás, panda de descreídos. Dónde queda vuestra buena fe, vuestra empatía, dónde el voto de confianza a este Gobierno desprendido que vela por nuestra salud financiera y nuestro patrimonio, sobre todo si somos accionistas de Ferrovial en semana de Junta General de Accionistas. Éste es el colectivo, formado por tenedores de acciones de una constructora, al que está dedicando sus mayores desvelos el Gobierno esta semana. Alertándoles, como si fuera un padre piadoso (padre en el sentido de cura subido al púlpito) alertándoles contra la tentación de ir por el mal camino. Apartaos, hijos, del pecado; cerrad vuestro corazón a los cantos de sirena de Satanás, encarnado en Rafael del Pino; escuchad la palabra sagrada y abrazad la luz de la fe. Repudiad la mudanza a Holanda u os consumiréis en el infierno de la Agencia Tributaria.
Es que ya os vale, en serio. Hace el ministerio de Economía un esfuerzo extra, y al que no está obligado, para ayudar a un grupo de personas a tomar la mejor de las decisiones sobre su patrimonio y os abalanzáis contra él acusándole de interferir en el funcionamiento de una compañía privada. Pero a quién se le ocurre. ¡Cuándo ha habido en España un Gobierno que se entrometiera en la empresa privada, cuándo, decidme! Exquisita distancia. Plena autonomía.
Bueno, a veces se le escapa alguna cosa al Gobierno, pero vamos, sin ánimo alguno de interferir en lo que la empresa haga o deje de hacer. El Ministerio de Economía ha dedicado su gente y sus recursos a analizar con objetividad encomiable el asunto éste de si Ferrovial puede o no puede cotizar en Nueva York teniendo su sede en España ---si no lo ha analizado la compañía, pues ahí está el Gobierno para echarle una mano y cubrir su incómoda laguna---; y el Gobierno ha concluido que claro que puede, que en España está mejor que en ningún sitio y que si traslada su sede a Holanda le puede meter un rejón la Agencia Tributaria que achique el patrimonio de sus damnificados accionistas. ¿Qué hay de malo en que comparta esa valiosa información con la empresa y con sus accionistas, si tendrían que estarle agradecidos por el desvelo con que el Gobierno los está cuidando? Dígalo usted, vicepresidenta.
Eso es. Hace la vicepresidencia económica esta labor tan loable de servicio público al accionariado de una constructora y la respuesta que recibe de la empresa es el recelo, la sospecha. Esta idea descabellada de que el Gobierno de España está metiendo presión a los accionistas para que se subleven contra la dirección y aborten los planes de Satanás del Pino. Ya lo escuchó usted ayer, en este programa. El portavoz de Ferrovial respondiendo que, en efecto, nunca antes se había visto algo como esto. Defendiendo que los accionistas tomen sus decisiones sin presiones ni injerencias. Discutiéndole al Gobierno su criterio sobre la doble cotización bursátil. Y repitiendo que el motivo de trasladar la sede no es pagar menos impuestos porque, en realidad, seguirán pagando lo mismo.
El Gobierno es todo bondad y pura información y la empresa se lo toma como una arremetida y una intoxicación
El Gobierno es todo bondad y pura información y la empresa se lo toma como una arremetida y una intoxicación. Y aún responde a la carta con otra carta ---dónde se habrá visto--- en la que deja caer el consejero delegado que no es de recibo andar filtrando el supuesto castigo fiscal que sufrirá la compañía si no atiende a lo que se le está diciendo. En qué queda la independencia de criterio (técnico) que se le supone a la Agencia Tributaria. Por qué le hacen este flaco favor a la señora Fernández, Soledad, que es quien dirige la Agencia.
A lo mejor sí que habría importantes… hasta aquí puedo leer. Y a lo mejor no. A ver, directora, esta indefinición no ayuda a los accionistas de la empresa. Que lo tienen que saber, según el gobierno, es que cambiar de sede es meterse en un lío muy nocivo para ellos mientras que hacerle la peineta a Del Pino es garantizarse que su patrimonio no se resienta. Que a eso se reduce todo. El Gobierno informa. Lo que pasa es que éste es un país de malpensados, intrigantes y enemigos del Gobierno.
Si el Barça es más que un club, Podemos es más que un partido
Podemos se ha hecho un vídeo de exaltación de sí mismo con la muy razonable intención de darle un chute de autoestima a sus militantes y darle otro par de viajes a su nueva bestia negra, Yo Yolanda Díaz. Si el Barça es más que un club, Podemos es más que un partido, aunque las encuestas digan que cada vez es menos. Y sus militantes son los más valientes, los más sufridos, los más sinceros y los más comprometidos. Claro que sí. Si no se lo dice Podemos quién se lo va a decir. Es un clásico en la propaganda de este partido presentarse como el que más enemigos tiene, el más perseguido, el que siempre lo tiene más difícil. Hace bien. Si no lo dice él, quién lo va a decir.
Sus militantes son los rebeldes, los que no callan. Les da ejemplo Pablo Iglesias, que por eso habla mucho más que Belarra. Lo importante es su gente, claro que sí, no los dirigentes de ayer y de hoy, porque de los de ayer quedan pocos: Iglesias, Montero, Belarra, Echenique. Hubo un tiempo en que los dirigentes eran Errejón, Pascual, Bescansa, Espinar. Hubo un tiempo en que Podemos presumía de los botellines de Iglesias y Garzón, era clave lo de Izquierda Unida. Lo era Podemos y sus confluencias: en los mítines se aplaudía a Colau, a Teresa Rodríguez, a las mareas, ay Yolanda. Pero ese tiempo pasó. Y ahora Podemos aplaude a Podemos. Se aplaude y hace bien. Porque no va a ser Yolanda quien haga campaña por ellos. Ayer no fue capaz siquiera de hacer campaña por las enmiendas que ha presentado su grupo a la ley del sólo sí es sí.
De lo que puede estar, en realidad, segura la vicepresidenta es de que la ley será reformada en contra de su criterio y conforme al que comparten el grupo socialista y el Partido Popular. A estas alturas ya no cabe fingir que una está en el medio porque Yolanda Díaz votó en contra de abrir camino a la reforma de la ley en el Congreso haciendo suya la tesis de Irene Montero según la cual la ley está perfecta como está. Aunque haya hecho posible la rebaja de penas a setecientos agresores sexuales.
Por algún motivo la mayor parte de la prensa ---maldita prensa--- ve en esta reivindicación que hace el departamento videográfico morado de quienes no se callan y no se ponen de perfil una pulla a Yolanda Díaz, por qué será. Y quién sabe si alguien estará doliéndose en Podemos de lo gran vicepresidenta segunda que habría sido Irene Montero. Que, por cierto, es quien lo habría sido de haber prosperado aquel primer intento de Gobierno de coalición en el que Iglesias se inmoló para no ser un obstáculo. La vicepresidenta iba a ser Irene, cuando Yolanda no era más que la cara visible (mucho menos visible que ahora) de las mareas. Así se escribe la pequeña historia de la política. Unos que ganan peso, otros que lo pierden, y uno que lo gane la otra y él lo pierden, y uno que lo gane la otra y él lo pierda.