EL BLOG DE ALSINA

'Espejito, espejito, ¿verdad que soy el hombre más osado del planeta?'

Les voy a decir una cosa.

Antes de meterse en la cama, Artur Mas se sentó anoche ante el espejo y mientras se acariciaba suavemente el cabello preguntó, como cada día: “Espejito, espejito, ¿verdad que soy el hombre más osado del planeta?” El espejito respondió: “D’aixó res de res, president”, que significa “de eso nada, campeón, el más osado es Félix Bon-gar-ne”. “¿Bongar-qué?” “Bon-gar-ne, es como Baumgartner pero españolizado”, le dijo el espejito, que anoche estaba puñetero.

ondacero.es

Madrid | 15.10.2012 20:13

 Felix Baumgartner durante su salto estratosférico
Felix Baumgartner durante su salto estratosférico | EFE

Se sintió disgustado Artur Mas al saber que un señor austriaco se había demostrado no sólo más audaz que él, sino mucho más rápido. “A la velocidad del sonido”, se decía el president a sí mismo, “y yo aquí, prometiendo que el salto no durará más de cuatro años”. Mas estaba disgustado no sólo porque Félix, a diferencia de él, ya ha logrado lo que buscaba sino, sobre todo, porque durante más de tres horas, ayer, la gente dejó de hablar de la aventura de Mas para disfrutar del otro salto. Incluso hoy, tantas horas después, el personal se mostraba más interesado en la caída al vacío del austriaco que en la otra.

Quien más alivio sintió ayer, en realidad, al ver caer de pie a Baumgartner fue el presidente de Red Bull, un señor que se llama Dietrich Mateschitz y que ayer las pasó canutas cuando en pantalla se veía al deportista dando vueltas y más vueltas mientras caía  (en ese momento crítico que pasó antes de estabilizarse). No era lo mismo, para el eficacísimo marketing de la compañía, que Félix superara el desafío de una pieza a que se espanzurrara o llegara con el cerebro demasiado revuelto. El de Red Bull pudo respirar aliviado porque se va a hinchar a vender bebidas energéticas y, sobre todo, porque Baumgartner salió con éxito de la prueba. “Ahora me toca a mí”, está pensando Artur Mas, “ahora soy yo el que va a hacer Historia”.

Los riesgos son los mismos que los del austriaco, que se espanzurre o se le vaya la cabeza, pero multiplicados por siete millones y medio, que son los ciudadanos que viven en Cataluña y en nombre de los cuales dice hablar Artur Mas, aun sabiendo que no todos ellos están por la independencia. El objetivo del actual president, convertido por él en promesa, está establecido: convocar un referéndum sobre la independencia y conseguir que gane el sí. “No convocamos una consulta para perderla”, ha dicho. Eso es lo que hay y con ese programa tan sintético (pero eficaz) concurre a las elecciones del mes que viene. Pero en su afán por seguir estirando este chicle pre-electoral está añadiendo capítulos a esta historia futurista. Como si se sintiera empujado a prever qué harán los demás y qué hará él mismo en respuesta a lo que los otros hagan. Actuaré con madurez y con diálogo y con todas las virtudes que a usted se le ocurran, dice, ahora bien “si no me dejan hacer la consulta, tendré que internacionalizar el conflicto”. Oye, qué remedio, ¿no? Por lo que ha explicado luego, esto de “internacionalizar” consistiría en irse a Bruselas a decir allí que no hay derecho, hombre, no hay derecho. Dónde se ha visto esto de que no le dejen a uno convocar referendos.

Seguro que Bruselas estará muy receptiva, teniendo en cuenta que fue Bruselas quien le puso la cruz a Papandreu por anunciar que consultaría a los griegos sobre el rescate europeo. Esta extraña idea que tiene Mas según la cual en Bruselas gustan mucho los referendos debería revisarla. Y esta otra idea según la cual en Bruselas aceptarían de buen grado que una comunidad autónoma española se emancipara conservando la personalidad jurídica de “estado europeo” tampoco está muy confirmada por los hechos, ¿verdad?, ni por los hechos ni por los tratados europeos. De manera que lo que Mas llama “internacionalizar el conflicto” es, en realidad, ir al Parlamento Europeo a decir allí las mismas cosas que aquí ya está diciendo. Y con el mismo éxito. Y la pregunta que piensa formular en este referéndum  futuro, “¿desea usted que Catalunya sea un nuevo estado de la UE?” tendría que matizarla con una segunda pregunta: “en caso de que haya que elegir entre ser estado independiente o ser Unión Europea, ¿con qué se queda?” Más “internacionalización” que salir en la BBC, en el Financial Times y en el Washington Post no va a conseguir el candidato convergente, y en todos esos medios ya le han sacado, bien es verdad que como nuevo problema añadido a los muchos que ya tiene el primer ministro Rajoy y la estabilidad de la economía española, un poco en la misma línea que la vicepresidenta del gobierno el jueves pasado.

La economía española sigue renqueante en vísperas del Consejo Europeo de este próximo jueves, también llamado cumbre decisiva. De nuevo juntos los jefes de gobierno de los países europeos para exigirse a sí mismos explicaciones sobre por qué no han entrado en vigor los acuerdos que ellos mismos tomaron en verano. Gran cuestión ésta: decidimos hacer cosas que luego vamos y no hacemos, ¿de qué vamos? Éste es el planteamiento beligerante con el que acuden Hollande y su nuevo mejor amigo, Rajoy, que para sorpresa de casi todos los analistas financieros ha conseguido llegar hasta el consejo europeo del 17 de octubre sin haber pedido el rescate. Pensaban que fanfarroneaba y ha resultado ser más cabezota que todos los demás juntos.

El que más descolocado está es Mario Monti, el tecnócrata, que siempre pensó que España se daría prisa en pedir el flotador financiero sirviéndole a él, también, de parapeto: saca tú el paracaídas que yo me cobijo dentro. Es Monti quien, con más vehemencia está reclamando que Rajoy dé ese paso de una vez, tal como han sugerido antes el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo, con el argumento de que es mejor tomar la iniciativa que esperar a que el mercado te obligue a pedirlo disparando la prima de riesgo. Dicen: le hemos puesto a Rajoy una red de seguridad para que salte sin miedo, y ahora se envalentona y no salta. ¿Audacia o temeridad? ¿Es un táctico de vuelo corto o es un estratega? Rescatados, de momento, no estamos, aunque crecer, tampoco crecemos. Y si no hay trabajo ni horizonte de que lo haya, nada más comprensible que el que pueda líe el petate y se vaya de España. A buscarse la vida fuera. Entre los españoles que se van y los inmigrantes que se vuelven a casa, medio millón de personas han salido del país en lo que va de año, casi un millón si contamos desde enero de 2011. La población desciende, por primera vez, en todas las comunidades autónomas. ¿En Cataluña también? Sí, en Catalunya també.