opinión

Monólogo de Alsina: "Toca aprender a vivir tanteando"

Diario de la pandemia. Seis de mayo. Ya queda un día menos para dejar todo esto atrás.

Carlos Alsina

Madrid | 06.05.2020 08:18

· Me he apuntado esta frase que ayer me dijo un paisano: 'Hemos vivido confiados por encima de nuestras posibilidades'. Confiados en que todo puede preverse, y anticiparse, y prevenirse. Hemos confiado por encima de nuestras posibilidades en los expertos, en los gobernantes, en los cientíticos, en los periodistas. Hemos sobrevalorado las certezas. Y ahora nos toca aprender a vivir en la incertidumbre. A sortear incertidumbres y aceptarlas a nuestro lado nos guste o no nos guste. No hay certezas. Nos toca aprender a vivir tanteando. Y tú dirás: qué me vas a contar si soy autónomo.

· Hoy es miércoles, y eso significa que aún no podemos hacer planes para el lunes. No sabemos si podremos tomarnos el vermú, en homenaje a Sánchez, en una terracita. Si me escuchas en Huelva, o en Almería, tienes todas las papeletas para que sea que sí. Tu fase uno está cerca. Si me escuchas en Madrid, o en Barcelona, la cosa pinta mal. Tu fase uno está muy verde. Cuidado con las falsas expectativas que luego la decepción se indigesta.

· Me gusta escuchar a las autoridades subrayar lo importante que es el trabajo de los centros de atención primaria. Es tan importante que merecen quienes trabajan ahí que se les tenga más presentes.

· Una de las primeras cosas que nos explicó aquí el doctor Fernández, en los primeros días del coronavirus (y mucho antes del estado de alarma), fue cómo se ponía uno la bata plastificada, y la mascarilla quirúrgica, y los guantes. Y, sobre todo, cómo se los quitaba. Al doctor Fernández aquí le llamamos Alfonso porque viene a charlar de cosas de médicos y de pacientes, o sea de ellos y de nosotros, una vez por semana. Alfonso está en atención primaria, y les habían estado explicando el protocolo del covid y la forma de utilizar los Epis. Astronautas en el ambulatorio. Me acordé de eso ayer, al escuchar al doctor Fernando Simón explicar lo relevantes que van a ser los centros de salud (traducido, los médicos como Alfonso y demás personal de la primaria) en esto de la desescalada.

Ahora pienso en los centros de salud como los detectores de humos de las casas. Nuestro mecanismo de alerta temprana. Ellos son nuestros ojos para ver a tiempo si vuelve a asomar el virus. Y al hacerlo caigo en la cuenta de que eso es lo que siempre han sido, en realidad, los centros de salud. El primer termómetro de cómo andamos los pacientes. El ambulatorio y las urgencias. Los dos lugares que antes se ven sobresaltados cuando aparece una epidemia.

· María Jesús, que es una oyente, debe de estar ahora desayunando mientras escucha este sermón laico.

Los test, los famosos test que según el gobierno hacemos por decenas de miles cada día pero que algunos profesionales sanitarios aún no han visto. La gama alta del éxito, que diría la vicepresidenta cuarta del gobierno. Entonando el oe, oe, oe mientras suena de fondo un fado. En homenaje a Portugal, que está más al oeste en su mapa.

· Hay debate esta mañana en el Congreso, te lo vengo avisando desde las seis de la mañana. Conociendo a los protagonistas, y sus antecentes, el debate consiste en que el PP dice que Sánchez miente, y miente, y vuelve a mentir. Sánchez le dice a Casado que nunca piensa en España, Iglesias asiste al presidente proclamando que la derecha está fuera de la Constitución. Alguien de Vox acusa a todo el gobierno presente de exterminar españoles a conciencia. Echenique dice que qué vergüenza la derecha que tenemos. Lastra dice lo que Sánchez calcule que le convenga que diga. El PNV disfruta de lo mucho que le respeta todo el mundo lo mismo cuando Urkullu exige que se acabe el estado de alarma que cuando Aitor Esteban, con su voto, lo sostenga. Y Ciudadanos se ofrece como forjador de acuerdos y alternativa a los exsocios independentistas borrando para siempre la memoria de Albert Rivera.

· Y luego votan. El gobierno salva la cara y la oposición le advierte de que esto se va acabando. Los españoles seguimos en estado de alarma otros quince días, con el gobierno central celebrando la cobernanza y los gobiernos autonómicos volviéndose a quejar, como muy tarde el domingo, de que los tengan como comparsas. Y nosotros mirando cada mañana en qué fase vamos estando y habiendo aprendido que la alarma, en efecto, debe de ser el instrumento más útil que hoy existe para no poner el país patas arriba. Y preguntándonos para qué han servido tantas horas dedicadas a discutir si son peras o son manzanas.

· Escuché a Sánchez decir en el Senado que de su partido y el de Pablo Casado se espera un acuerdo.

Me temo que los acuerdos no se esperan. O se desean. Los acuerdos, presidente, se trabajan.

· Sánchez ha acreditado muchas cosas en su vida política. Determinación, resistencia, sentido de la oportunidad, instinto, ambición. Aptitud para cambiarle el nombre a las cosas. Aún no ha acreditado capacidad para ponerse de acuerdo con el primer partido de la derecha. No ha acreditado habilidad para persuadir a sus adversarios ideológicos. A los acuerdos llega a rastras y sólo cuando no le queda otra para seguir estando donde está. Llega a los acuerdos en estado de desacuerdo. A rastras llegó al pacto de gobierno con Podemos. A rastras llega ahora al acuerdo con Ciudadanos.

· He leído la comunicacion oficial que hizo anoche la Moncloa, el incansable departamento de fabricar comunicados. Dice que el gobierno y Ciudadanos están de acuerdo en prorrogar el estado de alarma. Pero lo más importante viene luego: también están de acuerdo en que han de adecuarse los ERTE y las demás ayudas económicas a las necesidades que vaya habiendo más allá del estado de alarma y cuando concluya la aplicación de éste. Es decir, que el gobierno está en desacuerdo con lo que el sábado dijo el presidente del gobierno. La afirmación torcida (fat checking, fat checking) de que es el estado de alarma el que ampara a los afectados por los ERTE. No es el estado de alarma sino el Estado, en alarma o sin ella. Sacar a Sánchez de la intoxicación premeditada es un mérito que hay que reconocerle esta mañana a Arrimadas.

· Amaia conoció ayer, por fin, a Pilar. Y viceversa. Hasta ahora se habían visto así, de lejos, con árboles entre medias y vecinos aplaudiendo. Pilar, que tiene 55 años, lleva semanas viendo en una terraza del barrio a una cría de tres años que vocea cada tarde el 'hola don Pepito, hola don José'. Ella tiene una tienda pequeña que ha estado con la persiana echada siete semanas. El lunes la levantó, para atender sólo con cita previa (fase cero). Y hablando con un vecino de la niña del don Pepito, éste se ofreció a presentársela. Así que primero hablaron Pilar y la madre de Amaia y luego la madre llevó a la niña de paseo... hasta la puerta de la tienda. Momentazo en la vida de barrio. Pilar emocionada de tener allí a la niña y las vecinas de paseo preguntando: ¿es la niña del don Pepito? La popularidad a los tres años. Me ha contado esta historia el padre de Amaia, que informa también de que la niña sabe cantar en italiano. O sea, el Facciamo.

· Hay un casi cura que escucha este sermón laico cada mañana pero a otra hora. Porque está en misa a esta hora. 'En misa' significa, de momento, que está asistiendo. Después del verano podrá significar que la está dando. Tiene veintiocho años el casi cura y pasa el confinamiento en el seminario de Ciudad Real. Con trece como él. Terminando los estudios antes de ser ordenado. 'Lo más parecido', dice, 'a un convento de clausura'. Me recuerda que la fase uno que empieza el lunes significará mucho para los curas porque podrán reencontrarse con los fieles en las parroquias. Aunque sean pocos. 'Pocos' porque estará limitada la asistencia, no porque vayan pocos a misa, que a lo mejor también. Como el lunes ya no habrá Diario de la Pandemia, enviemos hoy un saludo a los curas y el deseo de que podáis volver en paz.

· Hay un montón de situaciones, ¿verdad? en las que no habíamos reparado, por lo menos yo. Cuando el gobierno dice que la casuística del confinamiento es casi infinita yo creo que se refiere por ejemplo a esto, futuros curas enclaustrados en el seminario de Ciudad Real.

· Reyes es la madre de Valentina, que tiene cuatro años y está aprendiéndose el Facciamo para cantárselo a sus muñecos. A Valentina lo de la nueva anormalidad ésta que nos obliga a intentar tocar todo lo menos posible, y a llevar guantes y a estar todo el día deseinfectando le resulta más incómodo que a ti y que a mi, porque para ella tocar las cosas es una necesidad. No, no es porque tenga cuatro años, que también. Es porque ella ve con las manos. El tacto es su manera de ver hasta dónde llega el banco del parque, o cómo es el carro de la compra, o cómo es la cara que ahora mismo está poniendo su madre. Valentina es ciega y cuando sale de casa le gusta tocar las paredes y los árboles porque es así como ordena lo que tiene alrededor en su cabeza.

· Cada día descubrimos pequeñas grandes consecuencias que el coronavirus ha traído y en las que no habíamos reparado. Y como dice Reyes, ojalá podamos volver a la vida que dejamos suspendida hace ya ocho semanas.

· Hoy, a las nueve y media, iniciamos un ejercicio de memoria. Un viaje a los ochenta días previos a que nos confinaran (o nos confináramos) en casa. Un viaje a los primeros días en que oímos hablar de una cosa llamada coronavirus, un mercado de mariscos de una ciudad china, un médico que alertaba de la neumoía atípica de algunos pacientes, un país, el nuestro, en el que entonces estábamos a otras cosas. Y unos periodistas, nosotros, que como les pasó a tantos científicos, a tantos asesores, a tantos políticos, no alcazamos a ver la dimensión que podía llegar a tener lo que estaba pasando. La dimensión que hoy tenemos a la vista, con doscientos cincuenta mil fallecidos en todo el mundo y una crisis económica que, sólo en España, ha enviado en dos meses a seiscientas mil personas al paro. En tres entregas, hoy, mañana y pasado, recordaremos lo poco que vimos todo casi todos. Por eso lo hemos llamado 'Cuando fuimos ciegos'. Porque lo fuimos, sin estarlo.

· Ah, que se me ha olvidado decirte que Valentina, como se está aprendiendo el Facciamo, ha enviado para que lo escuches este ensayo.

La apuntadora es la madre.

· Si pusiéramos una detrás de otra todas las grabaciones que hemos recibido en siete semanas y media de criaturas confinadas canturreando el Facciamo teníamos el programa lleno hasta dentro de dos semanas. Pero creo que sólo uno de los diminutos ha cantado lo que suena antes de que empiece Ombretta Colli con la letra de la canción. Me refiero a... eso es, el tan, tan, tan, tan. Y el solista detallista ha resultado ser Víctor, que es el hijo de este señor.

Antes de que llegue la fase tirria tenemos que terminar la fase cero y superar la fase uno, las dos, la tres y el verano de la anormalidad, con 'a'. Encaremos, de momento, con el ánimo que a cada uno le salga el sexto día del mes de mayo. Facciamo. Finta. Che.

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