Sánchez el pacificador no para de abrir frentes, cavar trincheras y provocar incendios. En una misma mañana enfureció al gobierno de Israel, irritó al gobierno de Italia y vio cómo el Supremo le sacaba tarjeta roja por anteponer la afinidad política a los méritos profesionales en el nombramiento de la presidenta del Consejo de Estado y cómo el Consejo del Poder Judicial reprobaba al fiscal general que él ha escogido por arrastrar éste en su currículum el borrón de haber sido señalado por el Supremo como autor de un desvío de poder.
Hay días trepidantes. Ésta debe de ser la famosa normalidad que España, por fin -o de una vez, como diría Armengol- va recuperando. Normalidad y entendimiento. Ya se ve cómo.
Tres episodios inéditos en nuestra historia
En esta semana que termina hemos asistido a tres episodios que nunca antes se habían producido:
· Primero: que en una sesión de Cortes Generales, más de la mitad de la cámara no aplauda el discurso de la presidenta al entender que ha vulnerado la neutralidad institucional a la está obligada.
· Segundo: que el Tribunal Supremo descabece el Consejo de Estado al entender que el nombramiento de su presidenta, Magdalena Valerio, vulneró la ley. Porque el gobierno escogió a una persona, ex ministra para más señas, que no goza de la condición de jurista de prestigio. Prestigio tiene, la señora Valerio, pero en otros ámbitos, no en la profesión jurídica. El Supremo anula la decisión del gobierno por arbitraria.
· Tercero: que el Consejo del Poder Judicial se pronuncie en contra del fiscal escogido por el gobierno para la fiscalía general del Estado. En esto el CGPJ sólo opina, no tiene más consecuencia, pero el motivo de que desapruebe al elegido es que García Ortiz ha sido señalado por el Supremo como autor de una arbitrariedad, la promoción de Dolores Delgado sin ajustarse a los requisitos legales para hacerlo.
Tres episodios inéditos que tienen un denominador común: la vulneración de la neutralidad, la arbitrariedad en el uso, o abuso, de las instituciones
Tres episodios inéditos que tienen un denominador común: la vulneración de la neutralidad, la arbitrariedad en el uso, o abuso, de las instituciones. Se está trabajando a conciencia el partido del gobierno la distinción de máximo común divisor de la arquitectura del Estado.
Sánchez, sembrador de cizaña con gobiernos de otros países
Y se está labrando el presidente una fama de sembrador de cizaña con gobiernos de otros países ante los que gusta de ejercer de juez o auditor de cómo se conducen. En su derecho está a opinar el presidente, sólo faltaba, sobre cómo gobiernan los demás; y a nadie puede sorprender que a él le parezca que gobierna mejor que ellos porque se ve mejor que ellos, es evidente. Pero tampoco podrá negar él que sus acciones, opiniones y expresiones tienen consecuencias. Precisamente porque es el presidente del gobierno de España, no un tertuliano de un programa como éste.
Pedro Sánchez, profeta del entendimiento con diferentes (siempre que los diferentes no sean de derechas, salvo derechas separatistas), apóstol del reencuentro para cerrar heridas (y tal) incidió ayer en su censura al Estado de Israel por el modo en que éste ha respondido a los atentados terroristas que Hamás del siete de octubre.
Sánchez, profeta del entendimiento con diferentes (siempre que los diferentes no sean de derechas, salvo derechas separatistas) incidió en su censura a Israel
Sostiene Sánchez que los gobiernos amigos han de decirse las cosas abiertamente, aunque luego se revuelva cuando un comisario europeo le pide a él explicaciones sobre un proyecto de amnistía. En aras de esa sinceridad amistosaretomó ayer su ofensiva verbal contra el gobierno de Benjamín Netanyahu en comparecencia mañanera en Televisión Española.
Émulo de Ione Belarra
Les dije aquí la otra mañana que si el presidente era consecuente con lo que dijo primero en Egipto y luego en un mitin -esto de que Israel ha matado indiscriminadamente miles de palestinos- entonces es que da por hecho que Israel ha violado la legislación internacional y cometido crímenes de guerra. Y que, en ese caso, ya sólo faltaba que reclamara el procesamiento de Netanyahu ante el Tribunal Penal Internacional.
Bueno, va recorriendo ese camino destapándose como un émulo de Ione Belarra. Cada vez se manifiesta de forma más próxima a su ex ministra morada. A tal punto que en cualquier momento añadirá a su atuendo un pañuelo palestino para no ser menos.
Bien está la sensibilidad de nuestro presidente por los derechos humanos que viola un gobierno amigo, aunque en esto, como en todo, exhiba una doble vara de medir evidente: aún no se le ha escuchado una palabra de reproche al gobierno marroquí por la muerte de civiles sudaneses (inmigrantes desesperados) en la frontera con Melilla hace año y medio.
Aún no se le ha escuchado una palabra de reproche al gobierno marroquí por la muerte de civiles sudaneses en la frontera con Melilla
El hecho es que ocho semanas después de la matanza de Hamás, y unas horas después de que Albares diera por superada la crisis con Israel, la embajadora israelí en España ha sido llamada a Tel Aviv como respuesta de aquel Estado a lo que entiende que es una clara actitud inamistosa del Estado español (el Estado, que es a quien atribuye Israel todo lo que haga y diga el presidente del gobierno). Haciendo amigos.
El superhéroe izquierdista que salva a Europa de la villanía fascista
El segundo fruto del innegable empeño de Sánchez por la concordia y el entendimiento es el choque con otro país amigo (éste aún más cercano, Italia) por el hábito incorregible del presidente a elogiarse a sí mismo como heroico defensor de la democracia frente a la destructiva ola reaccionaria que asuela el mundo.
Gusta de verse, lo sabemos, como una suerte de superhéroe izquierdista que salva a Europa de la villanía fascista, y en el fervor de la caricatura la emprendió ayer con Italia, donde el gobierno es de derechas. O de derecha y extrema derecha que, a estas alturas -la simplificación marveliana obliga-, son para nuestro Roosevelt la misma cosa.
El hábito incorregible del presidente a elogiarse a sí mismo como heroico defensor de la democracia frente a la destructiva ola reaccionaria que asuela el mundo
El apóstol de la voluntad popular, que sataniza en España a quien no comparte su interpretación de lo que votaron los ciudadanos, adjudicó a la sociedad italiana haber dado el gobierno a quien cuestiona la participación de la mujer en la vida política (paréntesis, la presidenta del gobierno en Italia es una mujer, Giorgia Meloni, querida Giorgia, en España aún no ha llegado el día en que el PSOE tenga como líder a una señora).
Al gobierno italiano, hay que entenderlo, esto de que Sánchez le atribuya oponerse a la participación de la mujer y otras terribles taras pues no le ha agradado. Tajani, ministro de Exteriores, ex presidente del Parlamento Europeo y del PP, publicó un tuit nada diplomático en el que responde defendiendo la legitimidad del gobierno italiano (ay, la legitimidad, palabra de moda), afirmando el respeto que tiene al Estado de Derecho y preguntándose si el gobierno español puede decir lo mismo.
En España, dice, gobierna el secesionismo. En rigor, ministro italiano, gobierna el socialismo-yolandismo, es verdad que avalado, bendecido y aupado por el separatismo de izquierdas y de derechas sin el que no habría habido investidura.
Una parodia de relación furtiva de pareja
Tan es así que ha tenido que tragar el PSOE con la figura ésta del verificador, o verificateur, al que Sánchez prefiere llamar acompañante en una contribución encomiable que hace de esta finísima operación política de altos vuelos lo más parecido a una parodia de relación furtiva de pareja.
El acompañante. Se ven Santos Cerdán y Puigdemont en la clandestinidad y llevan un acompañante para que interceda entre ellos. Con los verificadores extranjeros pasa como con la amnistía. Han pasado de ser contraproducentes a ser deseables. Del ‘relator ni de broma y menos extranjero’ hemos pasado a esto de ahora: ‘ay, qué bien que nos acompañe para resolver nuestras diferencias’.
Con los verificadores extranjeros pasa como con la amnistía. Han pasado de ser contraproducentes a ser deseables
Si hay que hacer caso al presidente, en esta nueva entrega del cuentismo 3.0, es muy sano que a las reuniones entre dos partidos asista un verificador extranjero. Cómo no se nos había ocurrido antes. Es verdad que el PSOE y Puigdemont (perdón, president Puigdemont) no han necesitado acompañante para firmar el pacto en el que se inventan la historia del procés; y es verdad que con Esquerra republicana lleva cuatro años pactando el PSOE cómo neutralizar sentencias judiciales y vaciar el Código Penal sin que haya sido preciso acompañante alguno. Pero ahora sí, ahora sí porque todo es excepcional.
Ahora todo es excepcional
Excepcionalísimo. Téngase en cuenta que son dos partidos que tienen grupo parlamentario en el Congreso y en el Parlamento Catalán, funcionan como cualquier otro partido y con los que uno se puede reunir cuando quiera tanto en la Carrera de San Jerónimo como en la Ciudadela de Barcelona. Ah, la excepcionalidad sobrevenida sólo es una: que ahora Puigdemont forma parte de la gran familia progresista-separatista y con él sólo es posible reunirse en el extranjero. Porque si viene aquí, la policía tiene que detenerle.
Puigdemont forma parte de la gran familia progresista-separatista y con él sólo es posible reunirse en el extranjero. Porque si viene aquí, la policía tiene que detenerle
Es tan útil tener acompañante para viajar furtivamente a Ginebra que lo raro es que a Bolaños aún no se le haya ocurrido citarse con González Pons y llevar acompañante para renovar el CGPJ. Acompañante suizo, por supuesto. Y pixelado.