Se llama Mónika, con ‘k’. De apellido Hohlmeier. Quédese con la copla porque escuchará mucho su nombre entre hoy y el miércoles. Es alemana. Eurodiputada. Conservadora. Toda la vida en política, ríete tú de los nuestros: empezó de concejal en Vaterstetten con veintiocho años, con experiencia comercial en el sector de la hostelería, y desde entonces ha ido encadenando cargos. Ahora preside la comisión del Parlamento Europeo que controla el uso del dinero europeo. Mónika, con ‘k’, sabe dar titulares. En octubre soltó esta frase:
"España ha recibido once mil quinientos millones, está en su Presupuesto pero no tengo ni una pista de lo que ha hecho con ellos".
Viene la mujer de negro a España
Hoy viene la señora Holhmeier a España, a pedir cuentas. Y en ella han puesto sus esperanzas el Partido Popular y todos aquellos que sostenien que hay demasiada opacidad y demasiada poca diligencia en el uso y reparto de los fondos europeos.
Pablo Casado, que en paz descanse, intentó hacer de este asunto un eje de su oposición a Sánchez pero no logró convertirlo en un tema popular, con pegada para el debate ciudadano. Ahora que viene Mónika, en su papel de mujer de negro, la oposición confía en que apriete. Porque ve al Gobierno muy complaciente también en esto.
Viene Mónika, en su papel de mujer de negro. La oposición confía en que apriete al Gobierno
Los fondos europeos, como usted sabe, son el manguerazo de dinero común que mantiene dopada la economía española para que pueda hacer frente al destrozo excepcional que le causó la pandemia.
Por balance de daños, en vidas y en parada productiva, el nuestro fue, con Italia, el país que peor llevó el Covid y el confinamiento. Suspendido el turismo y con el PIB desplomado. Estamos entre los más beneficiados por el dinero europeo y somos los primeros en ir recibiendo los desembolsos. Que están condicionados -como hemos explicado más de una vez- al cumplimiento de condiciones y objetivos.
El gobierno Sanchez, con la vicepresidenta Calviño como interlocutora preferente con Bruselas, viene presumiendo de lo bien que hacemos los deberes y lo bien que nos puntúa la Comisión Europea. Y es verdad que Ursula Von der Leyen, raramente en discrepancia con Sánchez, parece a veces más ministra del gobierno de España que Belarra o Irene Montero.
Ursula Von der Leyen, raramente en discrepancia con Sánchez, parece a veces más ministra del gobierno de España que Belarra o Irene Montero
De hecho, es con la Comisión Europea con quien se las tiene tiesas Mónika, la mujer de negro. Porque opina que fiscaliza poco y deja demasiado margen al capricho de los gobiernos europeos. Las dos, Mónika y Úrsula, son, por cierto, alemanas. Y las dos forman parte del Partido Popular Europeo.
Un año después, Putin se prepara para la ofensiva definitiva
Hace un año el gobierno de los Estados Unidos instó a Volodimir Zelenski a abandonar Kiev y buscar refugio en un lugar seguro. Putin aún insistía en que Biden era un cuentista y que no existía intención alguna de Rusia de atacar la soberanía ucraniana. Pero ya estaban sus aliados del Donbás pidiendo que Rusia interviniera para proteger a su población de los bombardeos ucranianos. Es decir, desplegando la coartada para que el caudillo ruso atacara.
Mañana se cumplirá un año no de la agresión rusa -que eso será el viernes- sino del discurso que hizo Putin ante su Consejo de Seguridad para anunciar que él defendería a los rusos del Este de Ucrania. Lo que vino luego, en realidad, fue el intento de someter todo el país a base de misiles, de tropas y de blindados.
Sólo derrotando a Putin será posible alejar el fantasma del imperialismo del futuro inmediato europeo
Mañana Putin pronunciará el discurso sobre el estado de Rusia, un año después, habiendo fracasado en la operación relámpago, acumulando bajas, más cuestionado que hace un año, pero decidido a lanzar la ofensiva definitiva para ganar la guerra (que él no llama guerra sino operación especial de seguridad).
La OTAN y la Unión Europea han ido comprometiéndose cada vez más con Ucrania en la convicción de que sólo derrotando a Putin será posible alejar el fantasma del imperialismo del futuro inmediato europeo.
Menos aplausos y más armas
José Borrell lleva días entonando este salmo que dice: menos aplausos y más armas. Lo hizo ayer en Munich y hoy volverá a hacerlo en Bruselas, con sus colegas los ministros europeos y su colega el ministro de Exteriores de Ucrania.
El miércoles será la ministra Robles quien informe al Parlamento, a petición del PP, de los compromisos que ha adquirido España. Es decir, y si se anima, de cuántos carros de combate Leopard entregaremos finalmente, si es que alguno consigue pasar la ITV. Puede que el nuestro haya sido el país europeo en el que menos se ha informado y debatido sobre esta guerra en el Parlamento. Las pocas veces que Sánchez lo ha hecho ha sido arrastrando los pies. De los Leopard, por ejemplo, aún no se ha le ha escuchado al presidente una palabra. Como de tantas otras cosas que podría haber abordado en algún rato muerto que le quede entre examinar a Feijoo, cargar contra Feijoo y hacer bromas sobre Feijoo.
Podemos hace la oposición al PSOE con las armas para Ucrania
En esto de los tanques y las armas contará el PSOE con el apoyo del PP y la oposición de Podemos. Ione Belarra habla de los gobiernos europeos, incluido el español, como si le fueran una cosa ajena.
Los gobiernos europeos nos dijeron, los gobiernos europeos nos dicen. Sin ánimo de amargarle el día a la ministra Belarra, y mal que le pese, los gobiernos europeos es ella. La guerra, en efecto, dura ya un año. No habría durado, por supuesto, ni un día si Ucrania se hubiera sometido a Putin, Europa hubiera mirado para otro lado y Zelenski hubiera salido huyendo. Justo lo que Putin ansiaba que sucediera.