OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El coste de indultar"

Carlos Alsina reflexiona en 'Más de uno' sobre el posible indulto que prepara el Gobierno a José Antonio Griñán, ex presidente de la Junta de Andalucía, condenado por el Tribunal Supremo a seis años de cárcel por prevaricación y malversación de dinero público en el caso de los ERE.

Carlos Alsina

Madrid | 15.09.2022 08:41

A estas alturas cabe pensar que el presidente ya le habrá encargado a su ministra de Justicia que le prepare un papel. Ponte, Pilar, a la tarea de argumentar mi indulto a Griñán.

Pilar es Pilar Llop, ministra de Justicia a la que corresponde, sólo sobre el papel, proponer al Gobierno el perdón de la pena al condenado. ‘Sólo sobre el papel’ porque aquí quien va a decidir (o tiene ya decidido, no sé) si indulta o no a Pepe Griñán es Pedro Sánchez. Él y sólo él. El resto del Gobierno, en esto -como en casi todo- se limitará a hacerle los coros al presidente. Sí, las ministras de Podemos también, por más que estos días dejen caer que la idea les gusta poco.

Quien va a decidir (o tiene ya decidido) si indulta o no a Pepe Griñán es Pedro Sánchez. Él y sólo él

Es Sánchez y sólo Sánchez. Porque el Gobierno indulta a quien quiere, discrecional, como decía el ministro Campo cuando le tocó esta misma tarea con Junqueras y compañía. ¿Qué tarea? La de fabricarle al presidente una justificación ajustada a la ley de una decisión estrictamente personal.

Seguro que a Pilar Llop no se le pasa por alto la suerte que corrió su antecesor

Seguro que a Pilar Llop no se le pasa por alto la suerte que corrió su antecesor en el ministerio (y antecesor en la tarea de justificar indultos a políticos): en cuanto prestó servicio, y se expuso ante la opinión pública dando él la cara (y arriésgandose a que se la partieran), el presidente lo mandó para casa. Gracias, Juan Carlos, por los servicios prestados y vuélvete al juzgado que aquí ya estás abrasao.

Sánchez decide. Pero a la ministra le toca envolver en argumentos su decisión. Mire, en todas las informaciones -y especulaciones- que se publican sobre este asunto se da por hecho que lo que el presidente sopesará -si es que no ha sopesado ya- para indultar o no a José Antonio Griñán es el coste-beneficio. Cuánto coste puede tener, para Sánchez, se entiende, y qué beneficio le puede sacar, Sánchez, se vuelve a entender.

Se da por hecho que lo que el presidente sopesará para indultar o no a José Antonio Griñán es el coste-beneficio

Seguro que son análisis y especulaciones tremendamente injustas porque lo que tiene en la cabeza el presidente es la equidad, la justicia y la utilidad, los tres comodines que la ley brinda al Gobierno para indultar a quien le parezca oportuno. Seguro que Sánchez no piensa en otra cosa que en la situación personal de un hombre de setenta y seis años, cuya calidad personal todo el mundo admite y que jamás se embolsó un euro que no fuera suyo.

Seis años de cárcel por prevaricación y malversación

La sentencia del Supremo que ayer ya se conoció en su integridad no dice, en efecto, que Griñán se enriqueciera con el fraude de los ERE. Porque no se enriqueció. No le caen seis años de cárcel por apropiación indebida, le caen por prevaricación y malversación.

Porque la malversación no requiere que el dinero malversado se lo quede uno mismo. Malversar es emplear recursos públicos para un fin distinto al que legalmente le corresponde causando así un perjuicio, en este caso a la sociedad andaluza. Y esto es lo que la sentencia sí dice que sucedió y que fue cometido, entre otros, por Griñán. Y la malversación es uno de los delitos que se incluyen en eso que se da en llamar corrupción.

No hay discrepancia sobre el hecho de que el Gobierno socialista andaluz diseñó y puso en práctica un sistema para disponer del dinero público de forma arbitraria

Es cierto que de los cinco magistrados del tribunal que condena hay dos que no comparten el criterio de la mayoría en este punto. Sostienen que no ha quedado probado que Griñán malversara en la medida en que él no decidió a qué empresas se les daba el dinero para los EREs. Hay ahí una discrepancia, que no es menor, entre los jueces respecto del grado de responsabilidad de cada uno de los procesados (y respecto de la valoración de los indicios).

Un fraude diseñado desde el poder para disponer aún de mayor poder

Pero no hay discrepancia sobre el hecho de que el Gobierno socialista andaluz diseñó y puso en práctica un sistema para eludir los controles y poder disponer del dinero público de forma arbitraria. No es que fallaran los controles, es que se diseñó un sistema para que los controles quedaran neutralizados. Que esto es lo que toda la vida se ha llamado fraude. Un fraude diseñado desde el poder para disponer aún de mayor poder.

Casar eso con la palabra indulto sin que parezca que lo que está indultando es el fraude es el reto que tiene por delante el presidente. Insisto, si es que tiene decidido ya indultar.

Razones para indultar: equidad, justicia y utilidad pública

Porque por muy discreccional que sea, el indulto ha de razonarse. Y son tres las razones que la ley admite: equidad, justicia y utilidad pública. Lo primero, equidad, es lo que alega la familia y los amigos de Pepe Griñán. Equidad en el sentido de ponderar la pena y la situación personal del penado. Aquí no va a poder usar Sánchez el paraguas que usó para sacar de prisión a Junqueras y compañía, aquello de la utilidad general, la desinflamación, el conflicto político que existe en Cataluña y que aconseja pasar página de delitos muy graves, qué le vamos a hacer, pelillos a la mar.

Es Sánchez quien decide. Por eso hará bien en ser él, personalmente, quien nos explique a todos sus razones. Hasta ahora ha echado balones fuera. Anteanoche, en televisión.

Casar eso con la palabra indulto sin que parezca que lo que está indultando es el fraude es el reto que tiene por delante el presidente

Que haya un voto particular en la sentencia no es razón para conceder ni negar un indulto. Las sentencias, aunque el presidente no se lo crea, siempre son consecuencia de una discusión. Se llama deliberación del tribunal.

Que indultar, o negar un indulto, tenga un coste político tampoco es una razón admisible para justificar la decisión. Y que venga ahora el presidente a fingir que le interesan mucho los argumentos del Tribunal Supremo es una broma de mal gusto sabiendo el caso que le hizo al informe sobre Junqueras del tribunal sentenciador.

Decida el presidente y nos lo explique. Y evite esta vez tachar de vengativos y revanchistas a quienes osen discrepar de su decisión.