Rápido no es, pero cuando se pone, el Tribunal Constitucional es una fuente inagotable de noticias. Y de reveses para quienes gobiernan, quienes legislan y quienes gestionan el dinero de los impuestos.
En las próximas horas, salvo sorpresa, el Constitucionalse pronunciará de manera crítica sobre el estado de alarma río que el Parlamento le concedió al Gobierno hace ahora un año, aquellos seis meses y medio de poderes extraordinarios para el Ejecutivo que le evitaron a Sánchez tener que acudir cada quince días a solicitar, y negociar, una prórroga.
El segundo varapalo al Ejecutivo por acudir a la cámara con argumentos infundados cuando el motivo real era evitarse el engorro de estar en manos del Parlamento cada dos semanas
A la espera de que los magistrados terminen de poner el huevo (perdón, la sentencia), el criterio que aparece en la propuesta es declarar contrario a la Constitución un periodo tan prolongado sin control parlamentario a la gestión que hace el Gobierno de esa situación excepcional. Y si es así, no será sólo un varapalo (el segundo) al Ejecutivo por acudir a la cámara con argumentos infundados ---traducido: decir que hacían falta seis meses porque lo decían los científicos cuando el motivo real era evitarse el engorro de estar en manos de los grupos parlamentarios cada dos semanas---, sino también al Parlamento por haberse auto amputado la potestad (y la obligación) de controlar al poder ejecutivo. Todo es a toro pasado, es verdad, pero no deja de ser un reproche embarazoso para los grupos parlamentarios que le dieron a Sánchez carta blanca para medio año.
"El impuesto de la plusvalía que tanta felicidad ha llevado a las arcas municipales ha muerto"
Ayer a quien le hizo un agujero el Constitucional fue a los ayuntamientos. El impuesto de la plusvalía que tanta felicidad ha llevado a las arcas municipales ha muerto. Con el tercer aviso llegó el descabello y el Tribunal tumba la forma en que hasta ayer se calculaba lo que debía tributar quien vendiera su casa. Son dos mil trescientos millones lo que estaban ingresando, por este concepto, los ayuntamientos. Sobre todo, los de las grandes ciudades. Y está por ver qué pasa con las liquidaciones de los últimos cuatro años si los contribuyentes que pagaron reclaman que se les devuelva el dinero.
La forma de calcular este impuesto, tal como está legislada hoy, se basa en el valor que tiene el piso por catastro y los años que ha estado en propiedad de quien lo vende, no en el incremento real de patrimonio que supone para quien lo vende.Ya sentenció el tribunal en 2017 que cobrarle un tributo a quien había vendido un piso a menor precio que el que pagó (como ocurrió cuando se hundió el mercado inmobiliario) era inconstitucional. Ya sentenció en 2019que cobrar más de impuesto que las ganancias que el vendedor había obtenido era injusto.
Tiempo han tenido los Parlamentos para modificar la norma. Ahora tendrán que hacerlo a la carrera ---el ministerio de Hacienda ya está en ello--- para garantizar que este grifo de recurso para los municipios seguirá abierto, aunque sea acotando su alcance y ajustándose a lo que el Constitucional viene diciendo. Hay movilización de alcaldes para meterle prisa a la ministra Montero.
Calviño insiste en que está todavía negociándose el contenido de la reforma y Díaz replica que el contenido ya estaba decidido hace meses
Sexto día de erupción volcánica en el Gobierno de coalición. Se les está poniendo fina la colada. Tanto predicar contra el ruido que perjudica a la política y hemos vuelto a los peores días del gallinero.
Desde primera hora de ayer, lo comprobamos aquí, el conyuge socialista de este matrimonio a palos que gobierna España, se afanó en persuadirnos a todos de que tampoco es para tanto la gresca que se traen con Yolanda Díaz, que en lo esencial todos están de acuerdo y que sólo están pidiéndole al minigobierno morado que entienda que los ministros socialistas también tienen vela en el entierro de la legislación laboral de 2012.
Nos lo dijo el portavoz del Partido Socialista,Felipe Sicilia. Claro, es llamativo ver a los socialistas pidiendo que les dejen participar en una negociación del Gobierno cuando el Gobierno lo presidente un socialista. Se llama Sánchez, se lo recuerdo. Pero éste era el estribillo del día: nadie quiere apartar a Yolanda Díaz ni imponerle nada, se trata sólo de mejorar el método de la negociación. Por la mañana estaba Calviño explicando que no hay discrepancias en lo sustancial y por la tarde estaba Yolanda Díaz llevándole, un día más, la contraria.
Qué método ni qué método, dice la número tres del gobierno desmintiendo a la número dos mientras el número uno finge respaldar a la primera pero respalda, de hecho, a la segunda diluyendo a la primera, que es la tercera.
Es hora de que la sesión de control al Gobierno se la haga el Gobierno a sí mismo. Esto ya no es un debate interno, esto es un careo
Qué mérito el del comisario italiano Gentiloni. Que se tiró de cabeza ayer al gallinero y salió el hombre diciendo que lo tenía todo muy claro. Que la Comisión Europea se pronunciará sobre el proyecto que llegue al Parlamento, no sobre el fregao éste que estamos contando los medios esta semana. Pues menos mal. Porque el intercambio de pullas ya empieza a ser embarazoso. La versión oficial es que ya está todo arreglado porque Sánchez ha dicho que Yolanda Díaz dirige la negociación pero con participación de los ministros socialistas.
Calviño no mencionó a la vicepresidenta, sino al secretario de Estado. Que lidere el secretario. O quien sea, con tal de que por encima de él esté la vicepresidencia económica, o sea, la parte socialista del Gobierno. Calviño insiste en que está todavía negociándose el contenido de la reforma y Díaz replica que el contenido ya estaba decidido hace meses. Más madera.
"Yolanda diluida, vigilada y en minoría"
Es hora de que la sesión de control al Gobierno se la haga el Gobierno a sí mismo. Esto ya no es un debate interno, esto es un careo. Un careo diario, y a través de la prensa, entre las dos personas que, por debajo de Sánchez, más peso tienen en el Gobierno. Y esta vez he dicho careo, no cacarero.
¿Y Sánchez qué dice? Pues que sí, que Yolanda lleve la voz cantante, pero rodeada de ministros socialistas. Diluida, vigilada y en minoría. Qué talento el de este Gobierno para contraprogramarse a sí mismo.