Pedro Sánchez, a diferencia de Aznar, no habla catalán en la intimidad (todavía), pero hay que ver la devoción que se la despertado por los escritores catalanes. Si en el Liceo, mes de junio, se nos reveló como lector de Miquel Martí i Pol, el gran Martí i Pol, ayer el presidente recuperó un pasaje de otro libro que le ha encantado, 'La piel de toro' de Espriu.
Genial obra la de Espriu. Para que luego digan que el presidente no se cultiva. Si te has propuesto resolver para siempre la cuestión de Cataluña en España, qué menos que devorar toda la literatura en catalán del siglo pasado.
La amenaza fantasma siempre es Puigdemont. El incontrolable, el agitador, el que aún no ha sido juzgado
Igual dedicaron las dos horas que estuvieron juntos a hablar de literatura. Porque lo que no estuvieron es dos horas diciendo el uno ¡autodeterminación, amnistía! y el otro ¡concordia, Constitución! Lo más probable es que las dos horas las dedicaran a comentar el sabotaje puigdemoníaco del que ha sido objeto la mesa, es decir, a despellejar al común enemigo y pactar la unidad de acción para anularle políticamente, neutralizarle, impedir que desde el sofá de Waterloo les arruine el apacible escenario que, en beneficio de ambos, han diseñado Pere y Pedro para lo que queda de legislatura.
La amenaza fantasma siempre es Puigdemont. El incontrolable, el agitador, el que aún no ha sido juzgado y al que amagaron con resolver su situación judicial reformando el delito de sedición pero eligieron luego dejarlo como está. Aparcado sin fecha, como si fuera la ampliación de El Prat. Puigdemont, por cierto, lleva cuarenta y ocho horas callado. Tic tac, tic tac.
El mano a mano de Pedro y Pere
La única conclusión que ofrece este ceremonial inflado que se representó ayer a mayor gloria de un president achicado y necesitado de oxígeno (feliz de verse tratado como si fuera el homólogo de Sánchez, de igual a igual) es que la mesa se reduce a esto: el mano a mano de Pedro y Pere. Una negociación de dos. O de tres, porque Aragonés lleva en la espalda a Junqueras, son una pareja de tres, como diría Lady Di. Los ministros y los consejeros son actores de relleno, que se vea gente, y las carpetas y los papeles son sólo ambientación.
Ayer no se negoció nada. Ayer lo que se hizo visible es la alianza de beneficio recíproco que tienen firmada Pedro Sánchez y Junqueras. El primero necesita dos años de legislatura sin algaradas, ni CDRs, ni amenazas de referendos ilegales. El segundo quiere cuatro años de gobierno en Cataluña para consolidar la imagen de una Esquerra que sabe gestionar y arrancarle inversiones al Gobierno de Madrid para ganar, así, apoyo electoral.
Ayer se hizo visible la alianza de beneficio recíproco que tienen firmada Sánchez y Junqueras
Esto es lo que ya han pactado. Darse tiempo. Adormecer el conflicto y salir a contarnos de vez en cuando que están en ello aunque no haya fruto alguno que presentar. Sin prisa pero sin pausa. Para ser el mayor hito político de nuestro tiempo se ha recurrido a un tópico difícil de empeorar. Sin prisa, sin pausa y sin que lo reviente todo Waterloo.
"El pago en diferido, ingeniosa fórmula del Gobierno para proclamar que no hemos pagado más que en 2018"
El nuevo marcapasos de los gobernantes europeos se llama megavatio hora. Al menos, de los gobernantes de los dos países donde la electricidad anda desbocada: Portugal y España. Si ayer sonaba demoledor el dato de los 172 euros (nunca jamás estuvo la electricidad tan cara, decíamos) imagine cómo suena el de hoy: 188. Más cerca ya de los doscientos euros que de los 130 con los que iniciamos septiembre. El rally alcista, que dice la vicepresidenta Ribera, no amaina.
Cuando empezó el rally se nos dijo que nos hiciéramos a la idea de que seguiría subiendo el precio hasta final de año. Ahora se le añaden tres meses de propina.
Precios altos hasta marzo y a partir de abril, a cobrar en el recibo del gas lo que ahora van a aplazarnos las compañías. El pago en diferido. Ingeniosa fórmula del Gobierno para poder proclamar el 31 de diciembre que no hemos pagado mucho más que en 2018 (se abstiene Pedro Sánchez de contar cuánto habremos de pagar en el segundo trimestre de 2022).
Presidente, ¿usted y su Gobierno han presionado alguna vez a alguna compañía privada? O aplaudes o te azuzo el BOE
Con las eléctricas echando las muelas no sólo por los 2.600 millones que el Gobierno les va a rebajar los beneficios, sino por la devaluación que sus acciones están encajando en la bolsa (hoy valen siete mil millones de euros menos), el Presidente proclamó ayer como si fuera un acontecimiento meritorio que él está para defender los intereses generales. Pues sí, claro.
‘Es más’, dice, como si fuera algo extraordinario. Es más, vamos a anteponer los intereses de la ciudadanía a cualquier presión particular. Oiga, sólo faltaba.Su trabajo es defender los intereses generales siempre. Pero ya que se pone, qué presiones son ésas que recibe, presidente. De quién. De quiénes.
Por qué el Gobierno, que tanto habla de las eléctricas estos días, no menciona jamás por su nombre a ninguna de ellas. Ni a ninguno de ellos, sus consejeros delegados. Quién le presiona y cómo, Presidente. Cuente, cuente. Y puesto a contar, ¿usted y su Gobierno han presionado alguna vez a alguna compañía privada?O aplaudes o te azuzo el BOE. Qué pena que estos arrebatos de transparencia se queden siempre en la puntita.