LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Llega el orgullo ultrarrico"

Marta García Aller destaca la gran ostentación en la boda de Jeff Bezos y Lauren Sánchez en Venecia, que acapara las portadas de medios de todo el mundo y la imagen que quieren mostrar los nuevos ricos.

Marta García Aller

Madrid |

La prensa internacional está hoy muy pendiente de Sánchez. Hay fotos de Sánchez por todas partes. En el New York Times, en Il Corriere della Sera y en China Morning Post. Todos quieren fotos de Sánchez en Venecia. Pero no de Pedro, de Lauren, Lauren Sánchez y su futuro marido, Jeff Bezos. La boda del mil millonario fundador de Amazon en Venecia acapara toda la atención.

Algunos detalles de la boda de Bezos en Venecia se están llevando con más secretismo que los planes del Gobierno estadounidense para bombardear Yemen. Pero hay algo de esta boda del siglo que ya nos ha quedado claro: la ostentación. Y esto es un cambio relevante en cómo los ricos se dejan ver a sí mismos.

Los prometidos hicieron una fiesta de espuma en un yate de 500 millones de dólares. Ella lleva un anillo de diamantes de 30 quilates. Influencers, raperos, estrellas del cine y del pop, incluidas las Kardashians e Ivanka Trump, están llegando en super yates y 90 jets a una Venecia llena de pancartas contra Bezos. Algunos cálculos apuntan a que la boda costará a 40 millones.

La suntuosidad sustituye a la riqueza discreta entre los hombres más ricos del mundo, igual que los malos modales sustituyen la diplomacia entre los más poderosos. Eso que llamábamos buen gusto ya no es lo que era. Se lleva la ostentación, ya sea de riqueza o poder.

No hace tanto tiempo, cuando era inimaginable que un presidente de EEUU dijera ‘fuck’ en la OTAN y embadurnara de dorado el Despacho Oval, los miembros de la alta sociedad estaban obsesionados con la discreción y la filantropía. Los ricos magnates de Silicon Valley, esos que antes llevaban gafas y capuchas, se han convertido en oligarcas ostentosos e improbables iconos de la hipermasculinidad. También quieren serlo de la moda. No me extraña que Anne Wintour dimita después de 37 años en Vogue.

El minimalismo y el lujo silencioso están corriendo la misma suerte que la discreción en la política. Llega el orgullo ultrarrico.

¿Moraleja?

Algo ha cambiado entre ricos y poderosos, que ahora presumen de horteras y ostentosos