Cada vez que el Real Madrid se le aparece, Piqué le disputa el balón. No da tregua. Y ahora, cuando llegan los de la Champions todo orgullosos de Cardiff con su paragüero bajo el brazo, Piqué asegura que el ciclo de Guardiola en el Barça fue más exitoso, porque, además de los títulos, consiguió que el Madrid hiciera una rúa por ganar la Copa del Rey.
Es verdad, y se le cayó a Sergio Ramos del autobús. Hubo un tiempo en que este tipo de declaraciones nos alarmaban. Pensábamos que ponían en peligro la convivencia en la Selección. Ahora han dejado de sorprendernos y de alarmarnos. Lo entendemos como las bromas ocasionales de estos momentos. Piqué es así y parece complicado cambiarlo. Pero tiene algo a su favor: le gusta pegar, pero sabe encajar.
Cuando Carvajal le dedicó la Liga en términos poco amistosos, Piqué lo disculpó por la calentura del momento. Nos guste más o menos el juego, podemos aceptarlo si empieza y acaba en las palabras. Mi duda es si los aficionados más radicales sabrán distinguir la fina línea que separa la rivalidad de la hostilidad. Porque no todas las cabezas están igual de bien cableadas.