La misma Honda, con las medidas de cada uno, el mismo motor, con los reglajes que cada uno pida, pero la misma moto. Quizá lo que no han tenido es la misma infancia ni la misma formación, ni el mismo aprendizaje, no lo sé. Lorenzo lo achaca a la fractura de una vértebra que se produjo en Holanda; Márquez ha tenido muchas más caídas, pero tuvo más suerte, o cae mejor. Desde luego, al gran público, le cae mejor, salvando los talibanes de Rossi. Márquez provoca simpatías por su forma de ser sencilla y cercana, transmite naturalidad. Eso Jorge no lo tuvo nunca. Aquella idea de enseñarnos su casa en televisión, con modelos en bikini en la piscina, no le benefició mucho, aunque intentó justificarlo después.
Su última justificación ayer es que necesita una moto construida más a su estilo y forma de pilotar, y argumenta que la Honda actual está hecha para la forma agresiva de pilotar que tiene Márquez. Hay que ser muy ingenuo, o enfermizamente ególatra, para creer que Honda, a estas alturas, va a construir otro tipo de moto para ver si se adapta mejor al estilo de Jorge Lorenzo. Quizá es Jorge Lorenzo el que tendrá que adaptarse mejor a una vida diferente, que es la que llevan los que dejan de ganar.
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