Testimonio de oyentes

Quiénes somos: Eduardo, comercial, cuenta cómo ha cambiado su forma de trabajar

En Más de uno queremos saber más sobre aquellas personas que conectáis con nosotros cada día para informaros y entreteneros. Hablamos con Eduardo Muñoz, comercial residente en Haro, La Rioja, quien nos cuenta cómo ha cambiado su forma de trabajar por el coronavirus.

ondacero.es

Madrid | 05.03.2021 09:24

En Más de Uno queremos conocer cómo están viviendo la crisis sanitaria y económica derivada de la Covid-19 las personas que conectáis a diario con nosotros para informaros y entreteneros. En el programa de hoy hablamos con Eduardo Muñoz, comercial que trabaja visitando ferreterías y tiendas de electricidad para ofrecer allí los productos que representa, una profesión que difícilmente puede adaptarse al teletrabajo.

Eduardo Muñoz nació en Vizcaya, pero lleva 15 años viviendo en Haro, la Rioja. Eduardo trabaja de comercial de material eléctrico y ferretería, y cuenta que su forma de trabajar ha cambiado mucho durante la pandemia: "ya no doy la mano para saludar a los clientes". Además, cuenta, en muchas ocasiones durante sus visitas a los clientes tiene que salir del establecimiento porque se supera el aforo de personas permitido, algo que afecta negativamente a la venta.

El trabajo del comercial no puede realizarse desde casa porque para que el cliente compre, el comercial tiene que estar cara a cara, ver qué es lo que necesita, comprender su situación o ver si en la tienda hay muchos clientes. "Con esta situación estamos coartados porque el cliente no quiere tocar lo que le muestras", explica. Eduardo desinfecta tras cada visita la tablet que tocan todos sus clientes. "Ha cambiado todo, hace un año no pensaba que esto podría ser así", comenta y denuncia la situación de tantos gremios que, como él, está pasando por graves dificultades económicas.

En su familia han sufrido la pérdida de su suegra, con 93 años. Se encontraba desde hacía años en una residencia y le visitaban desde fuera, en la calle. Hace unos meses, notaron un cansancio que fue incrementando con los días, la medicaron, pero a esto se sumó la soledad, la tristeza y la falta de apetito. "El estar aislada y no poder acariciar a sus hijas y nietos, ha hecho el resto", cuenta Eduardo.