Corresponsales: ¿A quién debemos la existencia del hombre del tiempo?

¿A quién debemos la existencia del hombre del tiempo?

Juan Carlos Vélez nos cuenta la historia del primer 'hombre del tiempo' que existió. Fue el 31 de julio de 1868, fecha en la que se publicó el primer artículo con una previsión meteorológica en el Times y su protagonista era el vicealmirante Robert Fitz Roy, que siempre quiso dejar de perder hombres en el mar por culpa del mal tiempo.

| 12.05.2015 07:32

El experimento meteorológico del almirante FitzRoy

Hablar de predicciones estos días en Reino Unido es muy osado, a menos que seas la BBC, tras el nulo acierto de las encuestas durante la campaña electoral una vez visto el resultado. Pero cuando se trata de la meteorología la cosa cambia y se convierte casi en asunto de orgullo patrio.

Recomendación obligada de un libro recientemente publicado, 'The Wheather Experiment', de Peter Moore, sólo como excusa -y no es mala- para contar la historia del Almirante Robert FitzRoy.

A mediados del siglo XIX no existía nada parecido a lo que hoy conocemos como predicción. Marineros, pescadores, granjeros se basaban en la experiencia, en la apariencia de las nubes, o en algo de más difícil explicación aún como ranas metidas en tarros de cristal, como muestran algunos grabados de aquella época victoriana.

En 1854, un diputado sugirió en la Cámara de los Comunes que los recientes avances en ciencia teórica de la época Victoria les iban a permitir más pronto que tarde elaborar pronósticos con 24h de antelación. Y la Cámara en pleno rompió en una sonora carcajada.

Pero el almirante Robert FitzRoy, como reseña el autor Peter Moore, se lo tomó muy en serio. FitzRoy era ya entonces un reputado miembro de la Royal Society, había sido diputado conservador, fue el segundo gobernador de la historia de Nueva Zelanda, un explorador. Fue en dos ocasiones comandante del buque de expedición científica HMS Beagle, a bordo del cual embarcó nada menos que Chales Darwin antes de escribir "El origen de las especies".

"Como marino que era -cuenta Moore- Fitzroy estaba al tanto de la importancia de anticiparse a los fenómenos meteorológicos". Muy preocupado por el creciente número de víctimas y desaparecidos en el mar, "pensaba que podía utilizar el telégrafo, la tecnología punta de la época, para lanzar alertas tempranas, algo así como avisos meteorológicos cada mañana, a los navegantes. Esa era la idea inicial pero entonces pensó, ¿por qué no publicarlo en los diarios de la época, en este caso 'The Times' como predicciones para que todo el mundo estuviera al tanto?".

FitzRoy elaboró un experimento. Se conoce como "storm glass" o "barómetro de FitzRoy" y también aparece reseñado como el "pronosticador de tormentas". Se trata de un cilindro de vidrio sellado con una mezcla de líquidos en su interior. Principalmente agua destilada y etanol y, en menor proporción, nitrato de potasio, cloruro de amonio y alcanfor. La variación de temperatura y presión del aire alteraba la naturaleza de la mezcla. Si lucía transparente, el pronóstico eran cielos azules y despejados. Si se enturbiaba, se avecinaban cielos encapotados, tormenta y precipitaciones. Si aparecen pequeños copos y escamas blanquecinos, el pronóstico era una más que posible nevada.

La Oficina Meteorológica, el legado de FitzRoy

El barómetro de FitzRoy funcionaba y era ciencia. Así, el 31 de julio de 1861, el Times de Londres publicaba la primera de sus columnas bajo el título "El tiempo. Informes meteorológicos", que incluía información sobre la temperatura, el aspecto del cielo, fuerza y dirección del viento o precipitaciones. Fue la primera predicción jamás publicada de la ciencia meteorológica moderna y, con ella, nació el género informativo. Porque acertó. Para sorpresa mayúscula de los lectores, los 16 grados de Londres y Liverpool, despejado con viento de suroeste en la primera y con tormenta y precipitaciones en la segunda, fueron acertados.

FitzRoy, al frente del departamento de comercio pone en marcha el embrión de lo que más tarde se convertiría en la 'Met Office', la Oficina Meteorológica británica. Continuó escribiendo columnas y haciendo sus predicciones, pero el método no estaba del todo pulido y las ocasiones en que erró al pronosticar el tiempo le obligaron a encajar airadas críticas a su trabajo. Acabó deprimido y frustrado por ello. Su última columna la publicó el 29 de abril de 1865. Al día siguiente, el primero de mayo, llevó a sus hijos al colegio, volvió a casa, se encerró con llave en la habitación y se quitó la vida.

Apenas una década después, la 'Met Office' era una realidad pujante que no paraba de crecer y las predicciones meteorológicas se fueron haciendo un hueco en los medios de comunicación y en la vida de ciudadanos de todo el mundo, para orgullo mayúsculo de los británicos, siempre orgullosos de toda disciplina que nace en la isla.

El hombre del tiempo nació con la BBC

Las predicciones continuaron en la prensa y en la radio en las décadas posteriores. Pero fue en televisión donde realmente encontraron su medio natural y se hicieron tremendamente populares. En 1936 se retransmitió la primera previsión meteorológica en la BBC. Todavía no eran servicios regulares. El primitivo formato televisivo consistía únicamente en un mapa de Gran Bretaña sobre el que una mano -la de George Cowling, el primer meteorólogo de la BBC- dibujaba y explicaba las indicaciones durante seis minutos. Fue su colega Jack Armstrong años más tarde, en 1953, quien se convertiría en el primer 'weather man', el primer hombre del tiempo al que los británicos ponían cara y talle.

Hoy, la BBC en colaboración con la 'Met Office' (la obra de FitzRoy que empezó con tres trabajadores y ahora tiene más de 1500 con más de 80 millones de libras de presupuesto anual), elabora a diario un fiable pronóstico a diez días que es uno de los emblemas de la producción informativa de una de las corporaciones televisivas más importante del mundo.