Es probable que ninguno de los países de la OTAN pueda cumplir con el compromiso pactado de elevar hasta el 5% del PIB el gasto en defensa. Pero solo uno de los líderes presentes en La Haya lo ha presentado como un desafío y como una suerte de vindicación personal.
Ha sido Pedro Sánchez, que asediado por los escándalos en España, debilitado hasta el extremo e incapaz de sacar adelante unos presupuestos, busca recuperarse políticamente con un buen antagonismo. Es oficialmente el outsider de la OTAN, el rebelde. Y se ha apreciado en una foto de familia de gran elocuencia. Ni en 'La Familia de Carlos IV' ofrecía Goya tanta información de un grupo humano.
En la foto aparece Sánchez en una esquina, visiblemente apartado del grupo y con un rostro de gesto pasmado.
Las declaraciones y la amenaza de Trump
Después de las imágenes han llegado las palabras y las amenazas, por parte del presidente Donald Trump.
Así que Estados Unidos amenaza con una guerra comercial a España, por la cual España terminaría pagando en aranceles lo que no quiere pagar en Defensa. Esta no ha sido la única crítica que ha recibido Pedro Sánchez. Un muy irónico primer ministro belga ha dicho que le parecería un genio si consigue cumplir con las capacidades militares pactadas pagando mucho menos que el resto de los países de la Alianza.
El compromiso de gasto y la "treta gramatical"
Lo cierto es que cuando uno lee el acuerdo final de la cumbre de La Haya solo puede entender que Sánchez se ha comprometido a elevar el gasto en Defensa hasta el 5% del PIB, porque la declaración dice en su párrafo segundo: "Unidos frente a las profundas amenazas y desafíos a la seguridad, Aliados se comprometen a invertir anualmente el 5% del PIB".
Y aquí es donde entra lo que podríamos llamar la treta gramatical. Porque la frase dice "Aliados" y no "Los aliados", con lo cual se entiende que entre los aliados habría alguno que podría descolgarse del pacto y avanzar a su ritmo, pero también dice que lo harán unidos.
En cualquier caso, Sánchez insiste en que no elevará el gasto en Defensa por encima del 2,1% y que es suficiente para garantizar las capacidades militares que debe aportar España, pero no tanto como para tener que recortar en otras partidas presupuestarias.
Diplomacia o enfrentamiento
Todo este debate gramatical es una distracción. Aquí lo relevante es que Sánchez pudo optar por la diplomacia y eligió el enfrentamiento. Y lo hizo conscientemente. Porque esta es una constante de su mandato: él obtiene los réditos y quienes pagan son los españoles. Porque todas sus operaciones se ejecutan mediante la liquidación del crédito del Estado.
Claro que España va a pagar más. Desde luego. ¿El doble? Seguramente. Y pagará con su reputación. Ahora vendrán las bravatas noventayochistas, pero lo cierto es que lo ocurrido es objetivamente malo para España. Porque ha utilizado España para una operación política de salvación personal.
Oficialmente, Sánchez se ha convertido en el rebelde de la cumbre y eso tendrá más consecuencias que la fotografía de un líder apartado del grupo. Trump amenaza con hacer descarrilar la economía española en represalia.
Corrupción y la ley de amnistía
No solo se ha referido al gasto militar en su intervención, Pedro Sánchez. Además, se ha referido también a los escándalos de corrupción que arrecian sobre su partido y su gobierno. Dice que le avergüenzan. Lo que no le avergüenza es el acto de corrupción política que inauguró su mandato, que es el canje de impunidad por apoyo parlamentario.
Es más, la ley de la amnistía le enorgullece y hoy quiere proclamarlo, ahora que estamos a unas horas de que el Tribunal Constitucional avale el texto. Esto era sabido desde antes incluso de que se redactara la ley. Era sabido que la mayoría de magistrados nombrada por el Gobierno avalaría sin fisuras la ley de la amnistía que hizo posible que Pedro Sánchez fuera investido presidente.
No fue por 7 a 4 sino por 6 a 4, porque Juan Carlos Campo ha tenido el decoro de no votar como constitucional una amnistía que dijo que era a todas luces inconstitucional cuando era ministro de Justicia.
La autoamnistía y el papel de Santos Cerdán
Esa ley que el Constitucional de Cándido Conde Pumpido se dispone a avalar, ha sido descalificada como una autoamnistía por la Comisión Europea y está pendiente de la resolución del TJUE. Una autoamnistía es un acto antijurídico por el que el Gobierno se beneficia directamente de un pacto que no responde al interés general. De hecho, hoy sabemos que el negociador del Gobierno tenía graves razones para que la ley saliera adelante y Pedro Sánchez fuera investido presidente. Era Santos Cerdán. Fue quien negoció con Puigdemont la amnistía. Y de hecho, su firma aparece en el acuerdo suscrito por el PSOE con Junts. Es la misma firma que figura en el documento por el que compra el 45% de las acciones de la constructora Servinabar.
Santos Cerdán, que hoy ha declarado que se va del Congreso con menos dinero que con el que entró. Hoy ha sido uno de los protagonistas de una sesión de control en la que la ausencia de Pedro Sánchez no ha ahorrado la bronca.
Desde la bancada popular le gritaron "dimisión, dimisión" a Bolaños y "Yolanda Díaz, cómplice, cómplice". Las interrupciones han sido constantes y también las graves acusaciones. Uno de los momentos más esperados era el encuentro semanal de Félix Bolaños y Cayetana Álvarez de Toledo. Sobre todo ahora que el juez ha elevado al Supremo una exposición motivada para la imputación del ministro de Justicia por falso testimonio y malversación en el caso de la asistenta de Begoña Gómez.
