"007, Licencia para matar". Por fin, con casi dos años de retraso por culpa de la Covid, llega a las grandes pantallas la última película de James Bond.
"Sin tiempo para morir", como los autónomos, es la vigésima quinta película del legendario agente secreto y será la última protagonizada por Daniel Craig.
Desde "007 contra el Doctor No", a esta "Sin tiempo para morir" muchos "martinis" han pasado por el gaznate de James Bond, agitado pero no revuelto. Desde la Guerra Fría, casi caliente, de los 60 a la carrera espacial, del colapso soviético a la globalización y al ascenso de China y de la revolución tecnológica a las amenazas biológicas y pandémicas se han reflejado en la saga. Todo cabe en la vida del mejor agente al Servicio de Su Majestad.
James Bond siempre marcha en lujosos coches, en este último film un Aston Martin Valhalla. No sufre la carencia de microchips y evita sufrir la nueva jornada de huelga de Renfe, con nuevas cancelaciones, retrasos y largas esperas y con amenazas del Gobierno al sindicato Semaf por no cumplir los servicios públicos. Renfe abre expedientes.
Hablando de coches. El sector no levanta cabeza. Las ventas caen más del 20% y comienzan a faltar coches en los concesionarios. El mundo de las cuatro ruedas sigue derrapando y más cuando está en pleno proceso de transformación hacia la electrificación.
Y en el mundo de la energía no hay tregua. Al próximo James podremos verlo encaramado en un barco metanero o en una torre de alta tensión. Hoy el pico máximo del megavatio en los 230 euros, mañana 234. Y hoy ha entrado en vigor el tope en el coste del gas. Bien. Ha subido entre el 4 y el 10%. Debería haber subido el triple. La diferencia se comenzará a cobrar a partir de abril. Mientras, en Venezuela la inflación hace estragos. Medio kilo de garbanzos cuesta más de 6 millones de bolívares. No hay ni para un cocido.