A este sujeto le vamos a conocer, naturalmente, gracias a que la policía hizo muy bien su trabajo. La Brigada de Investigación Tecnológica de la policía, la BIT –de la que hemos hablado aquí otras veces– abrió una operación en el año 2008. Una chica de 16 años no pudo más y tras más de medio año siendo víctima de acoso, le contó a su madre lo que llevaba sufriendo todo ese tiempo. La madre acudió inmediatamente a la policía y denunció los hechos en el Grupo de Menores de la Jefatura Superior de Madrid, después de que la cría, que había suspendido el curso y padecía ya trastornos psicológicos muy graves, confesase todo.
Lo que contaron madre e hija fue que en octubre del año anterior, en 2007, alguien que dijo ser una chica contactó con la menor y trabó cierta relación digital con ella. Al cabo de varias conversaciones de Messenger y de chats privados, la chica mandó una foto de sus pechos a quien creía que era su nueva amiga…
Que, evidentemente, no era una nueva amiga… Lo cierto es que la misma persona había contactado con esa menor desde cinco correos electrónicos distintos, haciéndose pasar por otras tantas personas: un chico guapo y musculado, un par de adolescentes… Todas esas identidades iban acompañadas por otras tantas fotografías falsas, naturalmente.
Dejamos a esa inocente e inconsciente chica enviando fotos de sus pechos a quien ella creía que era una joven de su edad… A partir de ese instante, el tono cambió. Su comunicante comenzó a exigirle más material de este tipo. Ya no se ocultaba, ya no le decía que era una chica, y comenzó a amenazarla de manera explícita si no le enviaba más fotos sexys.
El hombre la amenazó con enviar las fotos comprometidas que ya tenía de ella a todos sus contactos de Messenger o con quitarle las cuentas de correo… Comenzó lo que los expertos llaman un grooming clásico.
El grooming es exactamente eso, lo que le ocurría a esa chica: un proceso en el que un adulto establece a través de la red contacto y lazos con un menor para ganarse su confianza, hasta que logra que el chico o la chica le envíen material sensible, con el que poder chantajearle. En algunos casos, las exigencias de los que hacen grooming llegan a querer citarse con los menores para tener un encuentro sexual, pero en este caso no era así.
Cómo era posible que desde su ordenador, este individuo pudiese colarse en el Messenger de su víctima y mandar ese material comprometedor a todos los contactos de la chica…
Este depredador era un experto informático, como veremos más adelante. En este caso, lo que hizo fue meterle un virus troyano a su víctima. Posiblemente, le envió una postal, un vídeo, una foto, que ella abrió y descargó, sin saberlo, uno de esos troyanos que posibilitan al que lo ha enviado saber todo lo que se escribe y se hace en el ordenador espiado.
Pónganse en situación. Una adolescente que sabe que hay un tipo que espía permanentemente todo lo que ella hace en un espacio tan íntimo y tan privado para los jóvenes de hoy como es su ordenador… La chica intentó cambiar de dirección de correo, de cuenta de Messenger… Varias veces, de hecho. Pero el troyano ya estaba metido y el chantajista conocía perfectamente todas las claves y tenía acceso a cualquier cuenta que ella abriese. De hecho, volvió a picar y agregó en su libreta de direcciones al hacker… Cuando la chica vio que no había manera de librarse de él, accedió a sus cuotas…
El chantajista le exigió a su víctima que semanalmente le mandase cinco fotografías: dos de ellas completamente desnuda y tres más en ropa interior. Y, además, todas las semanas le debía enviar un vídeo de cinco minutos de duración en el que tenía que introducirse algún objeto… y gemir.
Aunque parezca mentira, accedió a ello como mal menor. Hasta entonces, este tipo la obligaba a estar delante del ordenador hasta las tres o las cuatro de la madrugada cada día, solo le dejaba media hora para cenar. La chica le rogó que la liberase a esas horas, porque llegaba todas las mañanas tarde a clase y su madre se enfadaba con ella. Así que el chantajista cambió esas conexiones en directo por el envío de esas sucias cuotas, que duraron unos tres meses, hasta que la menor se derrumbó y se lo contó todo a su madre.
Ya hemos dicho antes que madre e hija denunciaron al grupo de menores de la policía… El GRUME, al ver el cariz del delito denunciado, le pasó los bártulos a las BIT, que se puso a trabajar con la eficacia a la que nos tiene acostumbrados esa brigada, en la que manda un comisario paisano y rendido admirador tuyo y en la que hay un grupo de agentes que están entre los mejores de los países de nuestro entorno. Así que en muy poco tiempo, la BIT llegó a dos domicilios desde los que salían todas las amenazas de quien ya llamaban El Camaleón, por su capacidad para adoptar múltiples identidades en la red.
Lo que ocurría es que de lunes a viernes, las amenazas llegaban siempre desde Sevilla, mientras que los fines de semana, salían desde Chipiona (Cádiz). La policía comprobó que la casa de Cádiz era la residencia de los padres de dos hermanos que estudiaban en la universidad de Sevilla, así que los agentes registraron las dos casas y en Chipiona hallaron lo que buscaban.
En un principio, efectivamente, parecía una operación de grooming más. Quizás con un protagonista algo más violento de lo habitual en sus formas y en sus exigencias, pero una más. En Chipiona los agentes de la BIT encontraron el ordenador desde el que se había amenazado y chantajeado a la chica de Madrid y detuvieron el 22 de octubre de 2008 a su propietario, Jorge Miranda Castro, nacido en 1985 y que, por tanto, tenía en ese momento, 23 años. La policía se llevó el disco duro de su ordenador para encontrar pruebas mientras que el detenido salió en libertad al día siguiente de ser arrestado.
Durante varios meses, uno de esos policías tan especiales que trabajan en la BIT y al que, además, le da tiempo a escribir novelas, estuvo haciendo una minuciosa autopsia al ordenador de Jorge Miranda. Así, a medida que iba explorando, se iba dando cuenta de que aquella no era una operación normal y que no estaban ante un acosador de los habituales…
En su ordenador guardaba miles de fotos y vídeos, pertenecientes a 250 víctimas, todas ellas menores de edad. Y, además, todas esas víctimas estaban perfectamente fichadas, organizadas. Miranda guardaba archivos de texto, una especie de fichas en las que anotaba toda la información que lograba sonsacar de sus víctimas…
Tenía de cada chica los contactos de su libreta de direcciones, el colegio al que iba e incluso el teléfono y el domicilio de muchas de ellas. Todos esos datos le servían para presionarlas y para amenazarlas con ir a sus casas, hablar con sus padres o repartir las imágenes comprometidas que tenía de las menores.
Así que había acosado a 250 chicas… Jorge había estudiado un ciclo de informática, pero pasaba prácticamente todos su tiempo frente al ordenador, patrullando de manera virtual los caladeros en los que encontraba a sus víctimas.
En dos páginas a las que en aquella época –hablamos de 2008 y 2009– eran asiduas visitantes decenas de miles de adolescentes españolas; se llaman netlog y votamicuerpo.com En esas páginas, las chicas colgaban fotos en bañador o bikini y en actitudes algo sexys y en muchas ocasiones ponían una dirección de correo, que era la primera vía por la que se colaba el Camaleón.
No era fácil acceder a ese número de víctimas y, sobre todo, lograr toda la información que tenía de todas ellas… Pero es que Jorge Miranda, y esta es la otra peculiaridad de este personaje, es un experto informático. Para sus fechorías manejaba varios y sofisticados. Por ejemplo: tenía un programa que hacía pasar una grabación de vídeo como si fuese una webcam en directo. Para ganarse la confianza de sus víctimas, les decía que conectaba su cámara para que la viese su interlocutora y lo que hacía era facilitarle la grabación de otra chica. Es decir, la chica, la víctima veía en la pantalla a otra chica, que era con la que creía que hablaba cuando detrás estaba El Camaleón.
Otras veces, activaba la webcam de su interlocutora y grababa sus imágenes sin que se diese cuenta. En otras ocasiones, empleaba un programa que hacía creer a su víctima que se le había caído la página de Messenger y que debía restablecer sus datos y contraseña…
Hay chicas que contaron a la policía que el camaleón manejaba sus propios escritorios y abría y cerraba programas a su antojo, para demostrarlas que estaban absolutamente a merced de él.
Tras encontrar la policía encuentra en el ordenador de Jorge Miranda datos e imágenes de 250 chicas. Buscan denuncias por toda España, pero apenas encuentran… Y esto es muy preocupante. De esas 250 menores, solo tres habían denunciado el tormento al que Miranda las sometía y en los tres casos porque la situación era ya terrible: alguna de ellas pensaba ya en quitarse la vida, otra no salía de casa… Todas las demás no habían denunciado y en su gran mayoría ni siquiera se lo habían contado a sus padres, pensaban que ellas lo podían resolver solas, pero el Camaleón no tenía ninguna piedad.
Entonces, fue la policía quien fue informando a todas esas familias… Pero las sorpresas no acabaron ahí. Cuando los agentes de la BIT se comunicaban con alguna de las víctimas de Jorge Miranda, gracias a los datos que el propio Camaleón guardaba de ellas, las chicas les decían que esa misma mañana o la noche anterior el tipo había estado amenazándolas. Tras ser detenido y puesto en libertad, se había comprado otro disco duro y había empezado de nuevo su acoso, así que la policía le detuvo de nuevo en junio de 2009, diez meses después de su primer arresto.
Pasó en prisión el verano de 2009. Ingresó el 10 de junio y salió el 2 de octubre en libertad y así, libre, llegó a su juicio, celebrado hace un par de meses en la Audiencia de Madrid. De las 250 víctimas halladas por la policía en el ordenador del Camaleón, 81 de ellas denunciaron los hechos y 67 los ratificaron... Y son por estas 67 chicas por las que ha sido condenado por los delitos de revelación de secretos, elaboración y distribución de pornografía infantil, delitos contra la integridad moral, amenazas e injurias… En total, fue condenado a 192 años de prisión.
Una condena ejemplar pero con truco, porque El Camaleón solo va a cumplir once años de prisión gracias al artículo 76 del Código Penal, que establece que el máximo tiempo efectivo que puede pasar alguien en prisión no puede superar el triple de la condena más grave de las penas por las que ha sido condenado. Y en este caso, la pena más grave corresponde a las amenazas, por las que le han caído tres años y ocho meses de cárcel, que multiplicado por tres hacen esos 11 años…
Un artículo del Código Penal, cuanto menos, algo discutible, porque muchos delitos le han salido gratis a este tipo. Pero la ley es así. Y queremos que los oyentes entendáis de qué clase de individuo hablamos. Para ello, vamos a leer algunas de las amenazas y los insultos con los que el Camaleón se dirigía a sus víctimas, insistimos, todas menores de edad:
Una de sus víctimas le decía: “Devuélveme mi cuenta, déjame ya, solo tengo 14 años, solo soy una niña, no te he hecho nada, sé un poco humano”. A lo que el Camaleón le contestaba: “Pues si eres una niña, al cole y a jugar con muñecas. Enséñame las tetis, que te destrozo el PC en 5 minutos”.
Una chica intentó borrarle del Messenger, a lo que él le dijo: “puta, zorra, de qué vas. Te voy a quitar el Mesenger ahora. Quiero ver como te pones en celo”.
Otra menor –no olvidemos que sus víctimas no superaban los 16 años– recibió este mensaje: “te he cambiado la contraseña del Mesenger, si no pones la webcam y me dejas al menos verte las tetas te quito el Messenger”.
A otra chica le dijo que si no le mandaba una foto en bañador iba a ir al pueblo donde vivía e iba a hacer lo que quisiera con ella.
Otra de ellas le dijo que se iba a suicidar, que no podía más. A lo que él contestó: “ya tardas en suicidarte, con lo fea que eres lo tenías que haber hecho antes”.
Las amenazas de las que hablábamos antes son terribles en fondo y forma: “zorra, pon la cam o te rajo”, “puta guarra, pon la cam o te vas a enterar”, “te voy a reventar puta”, “vas a tener ganas de estar muerta, te voy a reventar, yo hago lo que me sale de los huevos hija de puta y que sepas que tus padres tienen una denuncia por poner fotos de su hija desnuda en Internet."
Y especial gravedad tiene el suplicio que pasó una chica canaria, una de las tres que denunciaron inicialmente a este tipejo. Con ella se atrevía incluso a llamarla por teléfono para jadear y respirar profundamente. A través del ordenador le decía que iba a difundir todas sus fotos por Internet, que sabía donde vivía, que le iba a dar una paliza… La chica accedió a todas las peticiones del acosador, dejó hasta de salir de casa durante dos años y en el ordenador del Camaleón había más de 300 fotos de esta menor y siete vídeos de contenido sexual explícito.
Esperemos que ahora, desde su celda, no tenga manera de amenazar a nadie y que se lo piense durante esos once años que va a estar en prisión… Pero eso será cuando entre en prisión. Porque, de momento, sigue en libertad y trabajando aquí al lado, muy cerca de la sede de Onda Cero en Madrid, y precisamente en una empresa informática, así que muy lejos de los ordenadores no está. Imaginamos que su abogado habrá solicitado que no entre en prisión hasta que la sentencia sea firme. Si el Tribunal Supremo la ratifica, sí deberá cumplir esos once años. Pero para eso aun falta un tiempo.