Aunque Suiza no forma parte de la Unión, se beneficia de un generoso acuerdo para participar en grandes programas de investigación y en el proyecto Erasmus. Eso no afectaría a los 3.000 estudiantes helvéticos que se aprovechan este curso del programa Erasmus, pero desde luego les afectaría a partir del curso próximo. Como también deberían prescindir de los cientos de miles de euros de Europa que acaban en centros de investigación suizos.
Cuando el 50,3% de los suizos que votaron en el último referéndum, lo hicieron en contra de la libre circulación de personas en su territorio, se supone que ya conocían el principio que rige todo pacto, y que en lenguaje popular es el sencillo “hay que estar a las duras y a las maduras”. Si no aceptan en su país a los ciudadanos que forman parte de la Unión, que renuncien a los privilegios de su relación con Europa. Esperemos que el ejecutivo comunitario se mantenga firme frente a la ley del embudo que pretenden los suizos.