El descenso de las temperaturas generalizadas en el país hace que nuestras ganas de ducharnos con agua muy caliente se multipliquen. Sin embargo, esta práctica puede resultar dañina para nuestro organismo, especialmente en el cabello y la piel. La temperatura recomendada para la piel oscila entre los 28 y 30 ºC y para el cabello de 37,7 ºC.
Agua caliente y fría
Según la Clínica Dermatológica Internacional, el agua muy caliente puede causar un efecto de envejecimiento en el cuerpo ya que "el agua muy caliente reseca la piel". Asimismo, el uso de agua fría también puede ser perjudicial porque "puede resultar agresiva especialmente en pieles sensibles".
Efectos en la piel
Ducharse con agua muy caliente puede ser un hábito muy común, especialmente, en las épocas invernales. Sin embargo, los expertos lo desaconsejan. Esta práctica puede contribuir a la sequedad cutánea, el aumento de picor e incluso la aparición de dermatitis, inflamación e irritación de la piel.
Asimismo, tiene un efecto que favorece la aparición de rojeces faciales, sobre todo en pómulos y nariz.
Efectos en el pelo
Por otro lado, el cabello no se queda exento de sufrir las consecuencias del agua muy caliente. Los expertos recomiendan que la temperatura óptima para el lavado de la cabellera sea similar a la corporal, de 100 ºF o 37,7 ºC.
El uso de agua muy caliente podría suponer problemas como la irritación e incluso dañar el cuero cabelludo. A su vez, la web añade que "con una exposición excesiva, el cuero cabelludo debilitado puede volverse vulnerable a más daños debido a los factores que lo irritan, como los productos para peinar y los microbios que provocan la caspa".