En tiempos en los que la corrupción del caso Koldo o las causas contra el fiscal general del Estado, la mujer y el hermano del presidente acorralan al Gobierno. Merece la pena recordar palabras de personas que, pese a su ideología, siempre antepusieron el bien común al individual. Es el caso de Julio Anguita que, durante una conferencia y con la bandera de la II República delante, pidió a sus seguidores que "Al ladrón no lo votéis, aunque tenga la hoz y el martillo. Esta es la diferencia de un pueblo inteligente".
"Que midáis a los políticos por lo que hacen, por el ejemplo, y aunque sea de la extrema derecha, si es un hombre decente y los otros son unos ladrones, votad al de la extrema derecha. Eso me lo manda a mí, mi pensamiento, mi inteligencia de hombre de izquierdas", señaló ante sus acólitos.
Julio Anguita González nació en Fuengirola el 21 de noviembre de 1941 y falleció en Córdoba, 16 de mayo de 2020. Se licenció en Historia Moderna y ejerció como profesor de Historia y Geografía en el IES Blas de Infante de Córdoba y en la Escuela Normal de Magisterio de Córdoba. En 2003 sufrió un duro revés personal tras la muerte de su hijo, Julio Anguita Parrado, quien fue asesinado en Irak mientras ejercía su profesión para el diario 'El Mundo'.
Fue una de las figuras más relevantes de la izquierda durante las décadas de los ochenta y noventa. Desde 1979 hasta 1986 fue alcalde de Córdoba con el PCE, convirtiéndose así en el primer alcalde comunista desde la Guerra Civil. Posteriormente, se convirtió en el secretario general del PCE, cargo que ocupó desde 1988 hasta 1998, y que estuvo marcado por la integración en Izquierda Unida. Bajo su mandato como coordinador general de IU (1989-2000), la formación registró sus mejores resultados electorales con 17 escaños en 1989, 18 en 1993 y 21 en 1996, lo que les permitió auparse hasta la posición de tercera fuerza política más importante.
En el año 2000 y debido a problemas de salud, dejó la política activa y retomó su actividad como docente, renunciando incluso a la pensión como exdiputado. Siempre mantuvo una firme postura antibelicista, contra la corrupción y las privatizaciones. Tanto figuras de izquierda, como de la derecha, lo recuerdan hoy como una figura clave para la democracia en España.