Presenta su nueva novela "La última función" (Tusquets)

Luis Landero: "Vivimos una época enigmática, la gente tiene miedo y no sabemos a qué"

"La última función", nueva novela de Luis Landero, es una historia de amor "inesperada", de esas que llegan cuando ya crees que no va a pasar nada interesante en tu vida y que, en este caso, va a tener un magistral desenlace.

Paco Paniagua

Madrid | 20.02.2024 17:16 (Publicado 20.02.2024 17:14)

Luis Landero: vivimos una época enigmática la gente tiene miedo y no sabemos a qué.
Luis Landero: vivimos una época enigmática la gente tiene miedo y no sabemos a qué. | Tusquets ediciones

En las páginas de la nueva novela de Luis Landero, nos adentramos en las vidas de un grupo de amigos jubilados recordando un domingo de enero de 1994, cuando Tito Gil regresa al pueblo en la Sierra de Madrid después de años de fama como actor. Y les propone una gran representación con los vecinos, para revitalizar el turismo y atraer a la gente.

Lo hacen como última esperanza para evitar el despoblamiento como en tantas otras zonas de España. Pero necesitan a una gran actriz y justamente Paula, una mujer que vio rotos sus sueños por la rutina laboral, baja del tren en la localidad.

P.- Si estuviera en una librería, junto a un lector o lectora ¿Cómo trataría de animarles a que se adentraran en este nuevo libro?

Luis Landero.- Bueno, diría simplemente que esta es la historia de alguien que está enamorado del arte, Tito, sobre todo enamorado del teatro desde niño. Luego la vida le lleva por otros derroteros, tiene que hacer derecho y demás, pero él mantiene fiel a su vocación, es la historia de un artista, por un lado. Y luego es la historia de una mujer, Paula, de la que cuento sus amores, su infancia y esas dos vidas se van a unir después. Y ahí es donde empieza lo interesante del libro.

P.-Detrás de ese proyecto que emprenderán juntos hay una noble causa.

L.L.- Es un proyecto en el que, de algún modo, el arte va a redimirla a ella y el amor lo va a redimir a él. En la primera parte los lectores van a ir viendo el fracaso de los dos, porque los dos fracasan en cierto modo. Ella fracasa de un modo total y él casi fracasa y luego la vida a veces ofrece segundas oportunidades, como en este caso. Y esa segunda oportunidad viene a través del arte y del amor.

P.- ¿Por qué tendemos a vivir el fracaso de una manera tan dramática? ¿Quizá por las expectativas demasiado altas que a veces nos ponemos nosotros mismos?

L.L.-Yo por fracaso entiendo el incumplimiento de los sueños juveniles. De joven tienes tus proyectos, tienes tus pájaros en la cabeza, tienes tu idea de futuro, tu proyecto de vida y luego eso se cumple o no se cumple. A veces se cumple aunque sea a medias y a veces no se cumple. Y cuando eso sucede y sobre todo cuando no se intenta cumplir sino que más bien se traicionan esos ideales juveniles, entonces aparece la noción de fracaso. O a veces cuando no consigues el éxito esperado. En este caso no porque este artista, este Tito, ama tanto al arte y tan desinteresadamente que para él el fracaso no existe. Porque con ser artista, con sentirse artista y con actuar delante de una o dos personas ya se siente contento. Pero bueno si, normalmente el fracaso suele surgir en una edad un poco tardía que es cuando no se han cumplido los sueños. Y sobre todo cuando no se han cumplido por pereza o por cobardía, por no haberlo intentado eso es lo peor.

P.- Me gusta el escenario del libro. Un pueblo. Y que en las páginas de la novela nos traslade la preocupación de revitalizar las áreas rurales. Usted y yo somos de pueblo y además de Badajoz -Alburquerque en su caso y Puebla de Alcocer en el mío- y esto lo comprendemos bien. Aunque en este caso esté trasladado a la Sierra de Madrid, ¿no es así?

L.L.- Es lo que se está intentando en algunos pueblos, a través de la agricultura y la ganadería ecológica, a través de proyectos culturales, a través de los inmigrantes también que se están instalando teniendo también una segunda oportunidad de vida ahí en la España rural. Pero es verdad que se vació en los años 60 cuando el gran éxodo y desde entonces todos sabemos, todos estos pequeños pueblos de Castilla y León o de Galicia, que están medio deshabitados solamente con algunos viejos y eso da mucha penita. Da mucha pena ver la España rural convertida en esto.

P.- El libro rescata una historia de amor ya inesperada, en la madurez. Esa chispa que surge cuando eres mayor ¿es todavía más importante que cuando se siente de joven?

L.L.- Bueno, parece que, efectivamente, parece que hay gente que siempre está esperando el amor y es verdad que puede venir en cualquier momento, pero en esto no soy experto. Poco puedo decir en este aspecto... lo que veo por ahí. Efectivamente, la gente va a First Day ya con una edad avanzada (ríe) con la esperanza de a ver si encuentra el amor, de revitalizarse, de renovar ilusiones y todo eso. First Day es un regalo para un buen observador, no sé pasa una galería de personajes increíbles, por ahí ¿no? Y yo lo veo, nada diez minutos cuando termina el telediario hasta que me voy a la cama a leer, entonces lo veo un ratillo y me asombra todo esto. Y, efectivamente, el amor es lo que mueve el mundo; quizá lo más importante de todo. Además, de eso depende la perpetuación de la especie (ríe).

P. Se queja usted de que vivimos, en general, en un mundo como de Disney en el que nos frustramos a la mínima. Obsesionados por las redes sociales. ¿Cómo nos ve en realidad como sociedad?

L.L.- Pues un poco lo que dices. Tampoco es fácil dar un diagnóstico de lo que está pasando, pero es verdad que vivimos en un mundo un poco artificial, ¿no? Vivimos como en una burbuja, aunque de otro lado tampoco estoy muy seguro porque yo cuando hablo con la gente voy vengo y salgo por el barrio y hablo con unos y con otros, yo encuentro a gente estupenda. Gente que es como ha sido siempre. Pero ese trato con gente particular no da la medida del paisaje social en España. Vivimos en una época muy enigmática y sobre todo donde la gente tiene miedo, tiene un miedo irracional, no sabemos a qué, pero que no hay razones quizá para tenerlo. Ese miedo alentado a veces por los políticos, por los medios de comunicación. No lo sé, me pierdo no nado bien en estas aguas.

Veo la crispación política que hay, pero esto luego no se ve en la calle. Yo hablo con la gente en la calle y no veo que exista esta crispación. Aunque cuidado eh que a veces coges un taxi y el taxista está crispadísimo con la proclama que ha oído en la radio o con algo así. Esperemos que no se contagie la gente de la crispación que hay en los políticos actualmente. Pero yo creo que la gente es mucho más cordial, el ambiente entre la gente que entre los políticos. Afortunadamente.

Fragmento de 'La última función'