Ruth Handler, madre y emprendedora, aunó estos dos roles de su vida cuando, observando a su hija, entendió que ésta prefería jugar con muñecos con características de adulto, y no con bebés a los que cuidar. Es más, después de un viaje a Alemania en el que vio en un escaparate una muñeca sexy dirigida a un público adulto, la Bild Lilli, lo tuvo claro. Las niñas también podían ser el público objetivo de este tipo de objeto y patentó una primera Barbie, llamada así en homenaje a su hija Bárbara.
Barbie nació el 9 de marzo de 1959 y era bastante diferente a como la conocemos ahora, pero su esencia era la misma: una figura de proporciones extremadamente estilizadas y rebosante de hiperfeminidad. Desde entonces, Mattel ha creado para Barbie una compleja biografía que incluye una colección de libros que detallan aspectos de su vida, sus estudios o su personalidad, canciones y otras tantas películas, la última de las cuales ha sido también la más exitosa: ‘Barbie’, dirigida por Greta Gerwig. Y ya tenemos el drama, de ser una muñeca necesariamente empoderada e independiente en los 60, recordemos que nunca se llegó a casar con Ken y que vivía en su propia casa, Barbie pasó a representar todos los males del capitalismo y del heteropatriarcado, y se le acusó poco menos de ser responsable de adoctrinar a las niñas en la tiranía del rosa, el sometimiento y la complacencia.
Relajémonos, una muñeca es una muñeca, y a pesar del evidente impacto sociocultural de Barbie, no deja de ser una muñeca y tiene derecho a ser tan idealizada e irreal como lo es la imaginación de los niños, que fueron de hecho los que desearon que fuera creada, y no al revés.
Texto: Tatiana Tereshkova
