La primera vez que se celebro el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA fue en 1988 y desde esa fecha, el virus ha matado a más de 25 millones de personas en todo el mundo, lo que supone una de las epidemias más destructivas de la Historia.
El Día Mundial de la Lucha contra el SIDA se ha convertido en uno de los días de la salud más reconocidos y supone una oportunidad para recordar a los que han fallecido, crear conciencia y celebrar victorias como el acceso a servicios de prevención y tratamientos antirretrovirales.
En 2011 ONUSIDA decidió cambiar el nombre Día Internacional de la Lucha contra el Sida por el de Día Internacional de la Acción contra el Sida, por considerar que la palabra "lucha" tiene una connotación belicista.
A partir de 2021, ONUSIDA lo denomina Día Mundial del SIDA.
En 2004 se creó el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (ONUSIDA).
Desde entonces se han propuesto temas para el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Estos temas tienen una duración de uno a dos años y no solo se usan para el día mundial sino para trabajar por la lucha contra el SIDA en general.
La campaña del Día Mundial del Sida de 2019 tuvo como lema "Las comunidades marcan la diferencia". Y se centró en el esfuerzo de las comunidades para la lucha contra el SIDA en un momento donde la falta de financiación hizo peligrar la sostenibilidad de los servicios. Las comunidades tienen el poder de seguir liderando la lucha contra el SIDA: trabajadores sociales y sanitarios, asociaciones de personas que viven con el VIH, las mujeres, los jóvenes, colectivos afectados, todos ellos tienen la llave para seguir luchando contra esta enfermedad.
El objetivo principal de la campaña en 2019 fue que las personas que tengan la enfermedad, lo sepan y puedan tener acceso a los servicios de asistencia y prevención de calidad para que puedan tener una buena calidad de vida.
En todo el mundo 37 millones de personas viven con el SIDA y una cuarta parte desconoce que tienen el virus. Es vital que una persona que recibe un resultado positivo acceda a un tratamiento antirretroviral para que pueda tratarse, tener una vida saludable y evitar la transmisión.
Las pruebas del VIH son esenciales para asegurar a las personas que tienen el virus el acceso a los mejores tratamientos y que puedan llevar una vida digna y productiva. Las pruebas para saber si una persona tiene el virus del SIDA son sencillas de realizar. Basta con una extracción de sangre.
Sin embargo, hay muchos obstáculos que siguen dificultando la realización de estas pruebas. En muchos casos no se garantiza el acceso confidencial a las pruebas, y el estigma y discriminación que rodean a la enfermedad hace que muchas personas solo accedan a hacerse las pruebas después de padecer los síntomas y encontrarse muy mal.
Este es el lema de la campaña para el año 2021, que se centra básicamente en acabar con las desigualdades, ya que solo de esta manera se podrán conseguir los objetivos de desarrollo sostenible, y acabar con la pandemia del SIDA, del COVID-19 y otras futuras pandemias que puedan sobrevenir a la humanidad.
ONUSIDA ha presentado un nuevo informe que muestra que el acceso al tratamiento ha aumentado significativamente. En 2000, solo 685.000 personas que vivían con el VIH tenían acceso al tratamiento antirretrovírico. En junio de 2017, alrededor de 20,9 millones de personas tenían acceso a esos medicamentos vitales.
Son interesantes estas estadísticas mundiales sobre el SIDA:
En 2016 alrededor de 19,5 millones de personas tenían acceso a la terapia antirretrovírica.
Unos 36,7 millones de personas vivían con el VIH en 2016 en todo el mundo.
Aproximadamente, 1,8 millones de personas contrajeron la infección por el VIH en 2016.
Cerca de un 1 millón de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida en 2016.
Unos 76,1 millones de personas contrajeron la infección por el VIH desde el comienzo de la epidemia.
Alrededor de 35 millones de personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida desde el comienzo de la epidemia.