Algunos de estos síntomas son temblor en las extremidades, problemas al tragar, alteraciones de la memoria, cosquilleo, entumecimiento y/o sensación de quemazón en el cuerpo, incontinencia urinaria y/o estreñimiento, visión borrosa o dificultad para conciliar el sueño, entre otros.
“Síntomas que fácilmente podemos confundir con otras patologías o, incluso, no darles importancia en un primer momento, pero es necesario que ante su aparición acudamos al médico, pues estamos ante una enfermedad que afecta a cada paciente de forma diferente ya que conlleva múltiples implicaciones físicas, psicológicas y sociales. Esta impredecible evolución hace urgente iniciar el tratamiento cuanto antes para mejorar el progreso de la patología y, por lo tanto, el bienestar del paciente. En este sentido, una rehabilitación multidisciplinar adecuada al momento en el que se encuentra la enfermedad y una vida activa y saludable también contribuyen a conseguir este bienestar”, concluye Daniel Torres.