Es verdad que en todos y cada uno de los partidos eliminatorios estuvo casi más fuera que dentro pues el París Saint-Germain pudo haber sentenciado la eliminatoria en la ida e incluso en la vuelta, el Chelsea tras el baño que le dió el Madrid en Londres estuvo extraordinario en el Santiago Bernabéu y solo la mala fortuna le impidió eliminar a los blancos, y otro tanto ocurrió con el Mánchester City de Pep guardiola que tuvo contra las cuerdas en Madrid no lo remató y en unos minutos finales de locura quedó eliminado.
La verdad es que no tiene mucha explicación cómo ha llegado el Real Madrid pero si mucho mérito, el creer permanentemente que podía conseguirlo y no darse nunca por vencido ni Eliminado aunque estaba en la misma lona. Y ahora le llega el más difícil todavía porque sus rivales están advertidos y el Liverpool sabe cómo se las gasta el Real Madrid en las finales. Ambos han llegado además de distinta manera al choque del sábado pues el Real Madrid lleva tiempo preparando el partido sin la tensión competición al y casi casi con todos sus efectivos recuperados incluido el belga hazard.
Los ingleses han sufrido numerosas lesiones y se han desgastado mucho en los últimos choques y tienen dudas en algunos de sus futbolistas habiendo jugado con máxima presión hasta hace apenas unos días.
Ya veremos en qué medida influyen todos estos antecedentes en el desenlace del apasionante choque del próximo sábado.
Ni que decir tiene que un triunfo del Real Madrid estropearía aún más la temporada del Barcelona. Es la teoría de los vasos comunicantes. El antagonismo existente entre los dos equipos querida que cualquier mínimo éxito y éste no es pequeño se ve reflejado en la acera de enfrente con mayor decepción. El complicado año que ha vivido la institución presidida por Joan Laporta quedaría aún más empequeñecido con la 14ª liga de campeones del Real Madrid y agrandaría la sensación de desaliento y decepción que existe en estos momentos en el barcelonismo, eso es evidente. Y como también lo es que es una victoria del Liverpool tampoco arregla las malas sensaciones que emite el Barcelona.