Empezando por el gran ambiente que se generó y la atmósfera en torno al equipo, con un lleno espectacular y con un público volcado y con la explosión de júbilo final, consiguiendo una clasificación para los cuartos de final que hacía cuatro años que no lograba el conjunto catalán.
Se celebró como un hito histórico, como un éxito impresionante cuando antes era muy habitual ver al Barcelona alcanzar incluso en semifinales y final con mucha asiduidad. Pero los tiempos han cambiado y la época de vacas flacas tiene esta repercusión. Eliminar al Nápoles en octavos de final ya no es que parezca una proeza, sino que se saborea como un auténtico éxito.
Lo cierto es que el Barcelona se reivindicó claramente en 90 minutos redondos ante el equipo italiano mereciendo la clasificación con holgura y siendo superiores a su rival en los dos partidos. Xavi se reivindicó en el banquillo, tomando decisiones muy acertadas, desde la configuración del once titular hasta los retoques que vino realizando a lo largo del partido y que mejoraron el equipo en los momentos de debilidad.
Definitivamente consolidó a Cubarsí en el centro de la zaga cuando algunos podrían haber apostado por la veteranía de Iñigo Martínez ante un duelo de esta envergadura y magnitud. Acierto pleno. Lo del canterano no es nada normal. Con 17 años demuestra un aplomo y una seguridad, una elegancia y una calidad impropia de su edad. Siempre elige bien y fue con su edad el MVP del partido, algo absolutamente increíble y solo al alcance de los elegidos.
La presencia de Fermin, en el triángulo del mediocampo también le dió electricidad, intensidad al equipo, al igual que el trabajo de Raphinha, que al fin nos recordó al futbolista por el que el Barcelona hizo una inversión millonaria. La actitud con la que salió el equipo desde el silbatazo inicial fue clara de que iban a por todas y así encarriló el partido con dos goles. Cuando en la segunda parte daba muestras de cansancio y empezaba a languidecer, la entrada de Sergi Roberto fue providencial. La última media hora del capitán del Barcelona Fue soberbia. Asentó al equipo, trabajó magníficamente entrelíneas, le puso la frescura que le faltaba y el criterio necesario para sostener al equipo en un momento delicado. Su jugada con Gündogan y Lewandowski fue el broche para un gran partido reivindicativo del capitán tantas veces denostado. Había estado en la suplencia, lesionado mucho tiempo y ayudó al equipo en el momento necesario cumpliendo con creces en su papel de capitán. Algo más fallón estuvo Romeu, pero también refrescó al equipo en esa recta final.
El Barcelona consigue el objetivo de mínimos en Europa y vuelve a estar entre los grandes, los ocho más grandes, una temporada más y a partir de aquí todo puede ocurrir. Con la recuperación de los lesionados y con un sorteo más benigno los sueños y la ilusión pueden no terminar en esta ronda. Siempre decimos que puede ser un punto de inflexión y desde luego un golpe anímico importante y un espaldarazo para el grupo que debe repercutir considerablemente las próximas jornadas y quizás por qué no de aquí a final de temporada. Confiemos en que la hermosa noche europea de ayer no sea flor de un día.