La situación del Real Zaragoza ha pasado de ser dura a convertirse en un auténtico infierno. Una temporada en la que se volvía a aspirar a todo, al menos así se vendía desde el club, y en la que un año más se volverá a pelear por eludir el descenso a Primera Federación, la categoría de bronce del fútbol español. Los números, además, invitan a todo menos al optimismo, con doce jornadas por delante y sólo dos puntos de renta respecto a la zona de descenso.
La última derrota quizás fue la más dolorosa de todas. El Eldense tomaba La Romareda imponiéndose por 2-4, destapando todas las vergüenzas defensivas que están condenando al equipo casi en cada partido. Lo hacía además ganando el golaveraje particular, ya que en la ida los maños ganaban por 2-3 en el Pepico Amat. Situación que también se repite con los otros dos rivales más directos ahora mismo en la lucha por salvarse de la quema: Burgos y Albacete.
Los números de Miguel Ángel Ramírez al frente del banquillo hablan también por sí solos: siete puntos sobre 27 posibles es el triste bagaje del canario desde que sustituyera a Víctor Fernández, que se marchó sin mirar atrás antes de finalizar 2024. Con él sólo se ha ganado al Málaga en nueve choques y, para más inri, fuera de una Romareda que todavía no conoce lo que es ganar en el presente año. De hecho, esa victoria llegó ante el Racing de Ferrol con David Navarro en el banquillo.
El calendario no invita tampoco al mayor de los optimismos teniendo en cuenta que toca visitar al Almería, rival que no está en su mejor momento pero que cuenta con un gran potencial, y recibir al Córdoba en La Romareda, donde los maños no son capaces de mostrarse fuertes ante nadie. De lo que suceda en tierras andaluzas dependería a priori el futuro de un Miguel Ángel Ramírez que anda lejos de dar con la tecla de la reacción.