Irrumpe con cierta fuerza en los primeros puestos de nuestras preocupaciones la meteorología. No es que vaya a desbancar de momento ni mucho menos a la pandemia, el paro y cualesquiera otras inquietudes que tengan, pero ahí está también.
Llevamos camino de completar un lustro de descenso constante de precipitaciones y aumento de temperaturas en Marbella, algo que es bastante inusual, al menos desde 1973, desde que se tienen datos oficiales del tiempo local.
Para que se hagan una idea, o diluvia literalmente en marzo y abril, o terminará este año hidrológico con menos precipitaciones que en el anterior, que ya fue de por sí seco y en el que llovió menos que en el que le precedió y así sucesivamente hasta cinco atrás.
Porque han pasado ya los meses con más precipitaciones históricamente -por orden; diciembre, noviembre y enero- y el acumulado es para echarse a llorar.
Por si fuera poco, además las temperaturas están aumentando. Cada vez hace menos frío, como cualquiera puede comprobar en este invierno tan otoñal que estamos pasando.