No hubo remontada ni un atisbo de la misma. El Bayern paso por el Camp Nou como una máquina totalmente engrasada, una pequeña parada camino a Wembley. Los de Heynckes ofrecieron otro recital de contención, juego y goles. Ante eso el Barcelona volvió a mostrarse impotente, esta vez ante una afición que descubrió que el mostruo alemán con su propios ojos.
Faltó Messi, que se resintió de su lesión en el peor día, pero siendo sinceros la presencia del argentino no parece que hubiera podido cambiar el destino. El Bayern de Múnich era consicente de su superioridad y se dedicó a demotrarlo desde el primer minuto. El equipo de Tito lo intentó en un ejercicio de pura impotencia.
Lahm, Boateng, Van Buyten y Alaba formaron un cerrojo alrededor de Neur, que apenas sufrió con un par de internadas de Villa y Pedro. Balas de fogueo en comparación con la artillería alemana. Más que nunca fue un partido de niños contra hombres. El equipo que ha dominado la europa futbolística en los últimos tiempos capituló ante un equipo granítico, impenetrable.
Los recueros de los que goza Heyncjkes son inacabables. Javi Martínez, Schweinsteiger, Robben, Müller, Ribery... Hasta reapareció Mandzukic para sentar a Gömez y Pizarro.
Tras una primera parte de contención el Bayern decidió acabar con la eliminatoria. Lo hizo cuando quiso y cómo le vino en gana. Robben, el más activo en ataque, fue el encargado de clavar el primer clavo en el ataud azulgrana. Una jugada muy suya finalizada con un remate preciso desde la frontal. Un golazo.
El Barcelona pasó a ser un juguete rotó en manos del Bayern. El segundo llegó tras un mal despeje de Piqué, obligado por la oleada de jugadores que llegaban al enésimo centro de Ribery. La humillación la acabó de dibjuar Müller con otro salto imponente y un cabezazo total.
Habrá final alemana en Wembley. A klopp le toca descifrar esa máquina que Guardiola heredará en junio. Al Barcelona, al igual que al Madrid, le queda tratar de reconstruirse pensando en la temporada que viene.