En las últimas semanas, el debate político ha girado sobre el Código Penal. El delito de sedición, el de malversación, las rebajas de penas por la ley de "solo sí es sí"; han provocado conflictos entre el Gobierno y la Oposición, en el interior de los partidos, y entre los políticos y los juristas.
Estos cambios alteran la forma de una de las leyes más importantes de nuestro país, algo que es muy delicado y muy transcendente a su vez. Esto es debido al carácter de protección de normas y derechos que ofrece el Código penal a la ley más importante en España, la Constitución.
Ignacio Varela plantea esta importancia como "algo demasiado serio para manejarlo frívolamente o mercadear con ello", una Ley Orgánica creada con los valores y los bienes de la sociedad en la que se encuentre. Un ejemplo es el antiguo delito de adulterio sobre la mujer que vulneraba la honra de su marido (actualmente suprimido) o la Ley del Cambio Climático, que antes no se podía encontrar porque no se consideraba como un bien que había que proteger. Por lo tanto, si se suprime un delito y no es sustituido por otro que se refiera a esa conducta punible, es porque ya no es considerado como un bien que hay que proteger.
A su vez, esta ley es singular por no tener carácter retroactivo pero gracias al derecho penal es posible aplicar una rebaja por el derecho que tiene el delincuente a recibir una ley más favorable, en el momento que sea.
Por ello, con la reforma del delito de sedición, Ignacio Varela se pregunta ¿Debe ser la Constitución un bien protegido por la ley penal? Un hecho que no conoce en ningún Estado en cuanto a considerarse así y algo que permite, con casos como el del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, donde no llegarían a ser "ni siquiera procesados" los responsables de estos actos inconstitucionales.
La moraleja que extrae de todo esto es la gran carga ideológica que tienen las leyes penales porque deben plasmar unos valores históricos impuestos en cada momento de la historia y, a su vez, conlleva una gran responsabilidad ya que "son tan delicadas como un mecanismo de relojería y tan complejas como un motor de Fórmula 1, si cambias mal una pieza, te puedes cargar el invento completo", por lo que es recomendable hacer caso a los que conocen el tema, afirma.