Aún hoy, una inmensa mayoría de los que escucháis, seguís teniendo la opción de refugiaros en una jornada como esta. Y eso que nos hemos empeñado en ocupar cada uno de los huecos de cada uno de los estantes de cada día de la semana.
Habitualmente, culpamos al trabajo. Parece que nos hemos metido en una rueda en la que las horas y horas de tareas laborales se expanden y crecen como el chicle. Ahora bien, también llenamos ansiosamente con nuestras propias extraescolares para adultos aquellas que nos quedan libres.
A veces el sábado y el domingo se convierten en una ginkana de tareas alternativas, eventos, encuentros, actividades que nos llegan a dejar aún más exhaustos, pero al menos satisfechos. Queremos creerlo así.
Reivindiquemos el derecho a no mover un dedo, a no hacer absolutamente nada en una mañana o en una tarde de domingo. Y además, sólo hay que ver cómo nuestro idioma recurre a palabras como 'vaguear', 'flojear', 'holgazanear', 'remolonear', 'zanganear', 'divagar', 'araganear', 'vegetar', ¿a que suenan bien?.
No mover un dedo sin sentirse culpable. Sin la búsqueda de la productividad o los resultados. Así que los próximos minutos, sin moverse, sin inmutarse, casi sin levantar una ceja humildemente le pido que nos escuche.