La realidad es que, aunque sepamos que mentir esta mal, lo hacemos más a menudo de lo que nos gustaría. En 2002 un estudio, el ‘Journal of Basic and Applied Social’, determinó que, de media, decimos dos mentiras al día. Y estas mentiras no solo nos afectan como sociedad, sino que tienen repercusiones en nuestro cerebro. En Harvard determinaron, a través de resonancias magnéticas, que quien miente muy a menudo aumenta un 20% su sustancia blanca cerebral, y reduce en un 14% la sustancia gris, que es la que se encarga de buscar soluciones.
Aun así seguimos diciendo mentiras, aunque no sepamos en muchas ocasiones el por qué. Sobre esto se ha preguntado José María Martínez Selva, catedrático en psicología en la universidad de Murcia, que acaba de publicar “La nueva ciencia de la mentira”. En este texto pretende explicarnos qué nos enseñan la neurociencia, la psicología y la inteligencia artificial sobre las mentiras que decimos. José María Martínez, buenos días…