Madrid |
Ahí están los hombres de Puigdemont, su larga y amenazante sombra. Y esos hombres tienen la misión de lograr su libertad y de demostrar que España sigue en la represión y no quiere dialogar, aunque sea quien convoca la Mesa.
Como consecuencia, las aspiraciones de Torra: ha dicho, y por escrito, que busca, por encima de todo, que de ahí salga el ejercicio del derecho de autodeterminación, cuando lo acordado con Esquerra había sido someter a consulta lo que se acuerde, no necesariamente la autodeterminación.
Otro problema es el tiempo, que es preelectoral en Cataluña, Torra juega con eso, quiere el liderazgo independentista en el diálogo y eso desvirtúa y falsifica las posiciones. Para empezar, ya falsificó la Mesa, que no es de gobiernos, sino de partidos para colar a Puigdemont.
Y, por la parte española, espero que haya ductilidad, pero también defensa de la unidad nacional, que no se puede cambiar por el apoyo de Esquerra a los Presupuestos. Si no hay esa defensa, la sociedad se puede levantar contra el gobierno. Las posiciones no pueden estar más enfrentadas ni condicionadas por el clima social. Pese a todo, insisto, hay que intentarlo. Y si falla, intentarlo otra vez.