Madrid |
La clave está en el calendario: una reunión mensual y cada seis meses con los presidentes. Un mes, seis meses, qué confianza en que esto aguante, qué apuesta por el largo plazo, qué perspectiva de permanencia del gobierno Sánchez, para desesperanza de las derechas.
Y todo, en busca de lo que Montero llamó “soluciones imaginativas”. En busca de ellas. Eso significa que todavía no las hay, pero su espera y su encuentro mantendrán viva la mesa. Pasaremos años preguntándole a la portavoz por qué andurriales anda la imaginación.
Seamos realistas: durar es, por el momento, el gran objetivo. Seamos optimistas: mientras se negocia, se rebajan tensiones y el independentismo no puede acusar al Estado de represor. Y seamos pesimistas: Torra ya planteó la amnistía y la autodeterminación y Sánchez no respondió para no estropear la película o para no quitar la zanahoria… para durar.
Y una intriga personal: ¿qué tipo de urticaria produce a los reunidos la palabra Constitución? Como hicieron en Pedralbes, una vez más huyen de ella y la sustituyen por “seguridad jurídica”. A lo peor, querido Alsina, es que temen que esté contagiada por el coronavirus. El coronavirus constitucional.