Las máquinas de coser llegaron primero a las industrias y, a continuación, a las casas de la gente pudiente, quienes tenían modistas para hacer los vestidos a los niños o arreglos en los trajes y vestidos.
Más adelante, la clases trabajadoras pudieron acceder a esas magníficas y caras máquinas de coser pagándolas a plazos mediante letras, cupones o agrupaciones, como explica Alberto Benítez, diseñador de Moda y Complementos, experto Universitario en Cultura, Historia y Gestión de Moda por la UNED.
Alberto Benítez, que en quince días abre su nuevo taller, confiesa que todavía cose con la máquina Singer del año 1.800 porque funciona muy bien con las prendas finas. Explica que hay materiales como el cuero que se tienen que coser en máquinas especiales de cuero, por ejemplo.
"Tan importante es la aguja como la máquina de coser"
El diseñador habla de la importancia de la aguja en una máquina de coser, que tiene que ser especial según el material o tela que se vaya a coser. Además, explica que las máquinas de coser tienen "embrague" y "freno".
También hablamos de máquinas de coser con la modista y patronista, María Ramos González-Serna, que cuenta que aprendió a coser con 10 años para hacerle ropa a sus muñecas. En su familia, todas las mujeres cosían en casa, aunque no se dedicasen profesionalmente a ello.
Uno de sus recuerdos más vívidos que tiene de pequeña es el cuarto de costura donde se reunían su madre, sus tías y su abuela a coser. "Recuerdo todo el proceso de elegir la tela, pensar el modelo, coser el traje...", cuenta con nostalgia al pensar sobre lo elaborado que era entonces hacerse una prenda de ropa.
Por último, hablamos con el coleccionista de máquinas de coser, Bernabé Martínez, que nos cuenta que su colección es de 130 máquinas de coser y de tejer. Sobre cómo surgió que empezara a coleccionar, Bernabé dice que todo lo antiguo le ha gustado siempre y cuando empezó a trabajar lo hizo vendiendo tricotosa y después máquinas de coser.
Bernabé explica que las tricotosas son las máquinas que se encargan de tejer y que ahora, aunque siguen existiendo, se compran más por capricho.
