Enrique de Málaga trabajaba en el aeropuerto de Barcelona. Nos cuenta que un día se encontró a las 7 de la mañana a un hombre trajeado durmiendo en un sofá. Al encender las luces este se despertó y, tras mirar confundido a su alrededor, preguntó en el mostrador si estaban en Barcelona. Al decirle que sí, no pudo hacer otra cosa que maldecir a sus amigos. "Resulta que en una despedida de soltero sus colegas le llevaron al aeropuerto de Madrid, lo metieron en un avión y lo mandaron a Barcelona".
Rafael de Madrid narra la noche loca que tuvo nada más separarse. Lo que comenzó como una juerga normal con su socio de empresa derivó en un viaje a Valencia. "Acabamos comiendo paella con unas chicas, para luego quedarnos tres días en su chalet", cuenta.
Desde Getxo nos llama Pepe para rememorar una noche en la que, durante una fiesta homenaje a varios futbolistas veteranos que se retiraban, terminó haciendo un 'striptease' encima de la barra del bar. El problema llegó cuando se dio cuenta de que uno de sus amigos se había llevado su ropa, recuerda que tuvo que volver a casa "en moto, en pelotas y con el casco puesto" para evitar la multa.