María, de Granada, confiesa que se llevó una servilleta del Parlamento Europeo en la que están inscritos todos los países que forman parte de la Unión. Rosa María, de Sevilla, se dio cuenta que en un tanatorio se habían llevado las bombillas del velatorio.
Además Maite de Alicante, una trabajadora de hostelería, está sorprendida porque dice que todas las semanas tienen que reponer una o dos escobillas del báter porque siempre se las llevan. Óscar, de Segovia nos cuenta cómo se puso el dueño de un bar que se enteró que le habían robado la taza del báter entera.
Óscar cuenta que llegó un momento en el que llevaba una maleta vacía a los hoteles para llevárselo todo, con el propósito de decorar su casa y conocemos la historia de Nano de Valladolid, que bajó junto con unos amigos un tresillo 9 pisos por las escaleras y consiguieron sacarlo por la puerta del hotel sin que nadie les viera.