Como no dijo cuándo, puede ser después del día 26, con lo cual la teoría queda abonada. Si añadimos que Esquerra pasó del "no es no" a pedir un presidente del Senado dialogante e Iceta lo es, incluso habrá quien argumente que el pacto es previo y lo que vino a continuación es puro teatro.
Ante ese riesgo, quiero exponer medio decálogo. Primer mandamiento, pactar un nombre para para presidir el Senado no es nada vergonzante, sino la costumbre, y una buena costumbre, salvo que viole la legalidad. Segundo, que acordarlo con un partido independentista como Esquerra no es un delito, sino una necesidad, porque es quien tiene los votos en el Parlament.
Tercero, la oposición de ese partido es oportunista y poco noble, porque rompe una tradición que todo el mundo había respetado sin preguntar. Cuarto, si hay sospechas de ocultismo, el PP o quien sea tiene la obligación de denunciarlo y pedir explicaciones, faltaría más. Pero se equivocaría, como se equivocó en las generales, si hace de ello el centro de su campaña.
Y quinto: en todo caso, los pactos en política nunca deben ser secretos. Sobre todo, si afectan a cuestiones tan serias como hacer concesiones que afecten a la unidad territorial y a la dignidad de una institución.