EL BLOG DE ALSINA

La noche en blanco

Les voy a decir una cosa.

La noche en blanco es una iniciativa cultural que se inventó en París en el año 2002, el mismo año que el Madrid le ganó al Bayern una eliminatoria de la Champions trayendo, del partido de ida, un 2-1 en contra.

ondacero.es

Madrid | 25.04.2012 20:12

Cristobal Montoro en el Congreso, durante el debate
El ministro de Hacienda ha explicado las cuentas ante el Congreso sin lograr el apoyo buscado. | Agencia EFE

La noche en blanco es una fiesta de la cultura que se celebra cada año en decenas de ciudades europeas, y la noche blanca es la que espera disfrutar esta noche la afición del Real Madrid, dejando, si es posible, en blanco a los alemanes del Bayern (y así rabie Joan Gaspart).

El Madrid tiene ante sí, a partir de las nueve menos cuatro, la oportunidad de estirar el subidón-subidón que le dio el sábado ganando a domicilio al Barça. La Liga podría quedar ya asegurada -porque sentenciada ya está, ¿verdad?- este fin de semana, y la Champions (que es lo gordo) empieza a despejarse esta noche. Si el Madrid pasa, las apuestas son muy desfavorables para el Chelsea, que aún está pellizcándose para asegurarse de que lo de anoche realmente sucedió, que mandó al Barça para casa.

En casa Guardiola han encajado por dos veces esta semana esta dura lección que dice que uno no siempre gana. Salvo que tengas mayoría absoluta en el Congreso, claro, que entonces ganas (matemáticamente) todas las votaciones. Rajoy tiene mayoría absoluta porque así lo quisieron los votantes el 20 de noviembre -si hoy hubiera elecciones probablemente la absoluta se le resistiría bastante- y eso dura, salvo hecatombre, para cuatro años, lo que dura una legislatura.

Pase lo que pase, la bendición del Parlamento a los proyectos que presente el gobierno está asegurada, y eso, aunque impida a la oposición ganar batallas en el Parlamento es un mecanismo de seguridad a los ojos de nuestros examinadores de siempre, es decir, nuestros socios europeos y los compradores de deuda pública. Es verdad que el gobierno se quedó hoy solo (o casi solo, porque contó con el apoyo del diputado de Foro y el de Unión del Pueblo Navarro), pero la soledad parlamentaria del gobierno es una soledad multitudinaria tierna como una amapola / que vivió en el trigo sola”.

Es como el chiste de los israelitas que iban por el desierto. “Iban veinte millones de israelitas por el desierto lamentándose: ‘ay’, decían, ‘qué solos estamos’”. En el Congreso, durante toda la legislatura, vamos a estar un poco así. “Ay mi soledad”. El gobierno aspira a que algún otro grupo se sume a su mayoría pero sabiendo que -a diferencia del anterior- no necesita de la geometría variable o los matrimonios de conveniencia para sacar adelante sus medidas. Sólo se necesita a sí mismo, por eso las mayorías absolutas llevan dentro la tentación de incurrir en la arrogancia.

Cristóbal Montoro se esforzó en exhibir ayer los movimientos característicos del rito del cortejo (que diría Arzalluz): subió a la tribuna mirando con dulzura a Durán i Lleida, poniéndole ojitos y desplegando sus plumas de colores para atraerle al apareamiento. Todo indica que ambos sabían, ya para entonces, que en esta ocasión los convergentes no subirían al barco del gobierno, es decir, que estaba en el guión por ambos conocido que Montoro se pondría cariñoso sabiendo que Durán se haría el estrecho.

De haber sumado el apoyo de los nacionalistas catalanes, el gobierno, previsiblemente, habría proclamado la bondad de contar con apoyos amplios y la relevancia de compartir diagnóstico con el partido político que gobierna Cataluña, tesis que habrían hecho suya muchos comentaristas que, cuando era Zapatero quien reclutaba el apoyo de CiU o del PNV se le echaban al cuello preguntando cuál era el precio, cuánto había pagado por salvar el cuello.

Bueno, esto también es una historia mil veces contada. Durán i Lleida le salvó el cuello a Zapatero más de una vez, incluso cuando decía verle como un cadáver andante. Y si hoy hubiera sido necesario su voto para salvar el cuello a Rajoy, también éste lo habría tenido. Es decir, que a la pregunta: si no fuera porque Rajoy tiene mayoría absoluta, ¿habría pasado aquí lo de Holanda, o lo de Portugal? ¿Habrían sido rechazados los Presupuestos, habría caído el gobierno? Pues no. Si el PP no hubiera tenido mayoría absoluta habría hecho lo necesario para que CiU le apoyara, y CiU habría hecho, de nuevo, ese discurso que tanto gusta a Durán del sentido de Estado para evitar el desmoronamiento del gobierno en ejercicio.

Como la matemática permite que PP y CiU voten distinto sin que eso afecte a la aprobación final de los Presupuestos, los convergentes pueden cargar las tintas contra el gobierno invocando de nuevo el pacto fiscal y Rajoy puede presumir de no comprar apoyos parlamentarios porque él se basta solo. Dejadme solo. Estos son mis poderes, los 186 que siempre votarán conmigo (y que no se les ocurra hacer otra cosa porque los fulmino).

Ningún grupo ha querido sumarse (por razones diversas) a las cuentas del señor Montoro. Los grupos nacionalistas, porque no ven que sus demandas hayan sido atendidas. Y los grupos de la izquierda, porque ven en estos presupuestos la voladura acelerada del estado de bienestar. Ahora, una vez rechazadas las enmiendas a la totalidad, a la espera de las enmiendas parciales y, en todo caso, una vez que sean aprobadas las cuentas, pasan dos cosas:

* Una, que hay que cumplirlas. Ayer Montoro presumía en su cara a cara con Rubalcaba de que sus Presupuestos anteriores (la otra vez que fue ministro de lo mismo) siempre se cumplieron. Las circunstancias eran bien distintas, pero es su obligación que lo previsto, se cumpla. Incluido el capítulo (ligeramente inflado para que la suma saliera) de los ingresos del Estado.

*Y dos, que tienen que servir para lo que se ha dicho. Alcanzar el 5,3 % máximo de déficit a final de año no es un fin en sí mismo, es el medio que, a decir del gobierno y de la comisión europea, permitirá, con las cuentas saneadas, volver a crecer de manera sólida. Si eso, al final, no ocurre, o no se nota, por mucho que se cumplan los números no logrará el gobierno que la sociedad lo celebre. Cuando hoy dijo Montoroque estos son los presupuestos de la ilusión sonó más impostado que un brote verde.

El embalsamador disfrazado de animador de crucero. Esta parte de animar a la sociedad, de ilusionarla, de abonar la esperanza de que el trago es amargo pero no eterno, tiene que trabajarla más el gobierno. Anunciar subidas y recortes, dar disgustos, forma parte del trabajo y ahí el gobierno ya ha alcanzado soltura.

Liderar la sociedad también está entre los cometidos de quien gobierna, o de quien gobierna bien. Y en eso el gobierno, con una sociedad cansada, irritable y desfondada, sigue estando inédito.