OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Los que jalearon a Andresito no pueden tener atenuante"

Andresito. Andresito se ha hecho famoso por darle un puñetazo a un presidente y dice que está muy orgulloso de sí mismo. Orgulloso Andresito y abochornada la familia de Andresito. Un tipo violento, según se ve, al que le gusta pegar.

Carlos Alsina

Madrid | 17.12.2015 08:09

Y cuyo único atenuante, según dicen en su entorno, es que sufre problemas mentales. La policía hizo llamar al psiquiatra para pedirle consejo. Podría ser atenuante, el desajuste mental, para el cafre que agrede pero no para estos otros cafres que se fueron a jalearle a la puerta de una comisaría, celebrando que se golpee físicamente a un presidente.

“Fue un menor”, dicen las crónicas, como si ése fuera su característica más relevante. La edad. Diecisiete añazos. "Es un hecho aislado", repiten los dirigentes y los comentaristas como un mantra, “es un hecho aislado”. Pues hombre, ya, si pasara todos los días no podrían salir los candidatos a la calle a pedir el voto. “Es el hecho aislado” cometido por un loco o por un idiota –a la espera de diagnóstico quedamos-- al que aplauden con entusiasmo sus colegas. Ni este Andresito éste ni su clá de aplaudidores forma parte de esto que hemos dado en llamar la generación más preparada de la historia de España. En formación democrática anda virgen toda esta cuadrilla.

Naturalmente, nada más conocerse la hazaña del cafre se apresuraron los dirigentes políticos de los demás partidos a condenar los hechos. Primero, porque a todos, en efecto, les parece que es comportamiento así no tiene un pase. Y segundo, porque saben que si uno no condena públicamente la agresión pasa a ser sospechoso de compartirla. En rigor, no debería hace falta explicitar que a uno le parece repugnante que un tipo se crea con derecho a agredir a quien no piensa como él —-se da por hecho que debe repugnarle—- pero como en España somos muy de sacar punta no sólo a lo que uno dice, sino también a lo que calla, se sumaron todos los líderes, uno detrás de otro —-Sánchez, Iglesias, Rivera, Herzog, Garzón—- a la pública condena. Daño, es verdad, tampoco hace verles responder unánimente al hecho.

No es un secreto que en donde más preocupó lo ocurrido ayer, además de en el PP por la integridad de su candidato, fue en el Partido Socialista, por el riesgo de que algunos, interesadamente, confundieran la sucesión cronológica con la causalidad: como ha pasado después del debate bronco y agrio del lunes, es consecuencia de ese debate. Esto del ABC de hoy, ¿no?: “sería injusto establecer una relación causa efecto entre lo de Sánchez el lunes y esto de ayer, pero”…pero…pero…sugierámosla al menos, que hay elecciones. Sánchez fue el primero en repudiar la agresión y en enviar un mensaje de aliento a Rajoy con la militancia del PSOE puesta en pie en el mítin de anoche.

En estos casos, como se sabe, la tentación que han de evitar los rivales políticos es el “pero…” Esto de condeno lo que ha sucedido, que es un hecho aislado, “pero…” Es intolerable que se agreda a una persona, pero….es que la gente ha sufrido mucho. Pero…es que violencia es recortar prestaciones. Pero…es que una vez un diputado del PP intentó pegar a Rubalcaba. Pero, pero, pero. Oiga, o repudia usted que un idiota ante a puñetazos con quien no piensa como él o no lo justifica. Esta vez los demás dirigentes políticos han prescindido, menos mal, de los peros. Condena y punto, no hay atenuantes. En twitter es otra historia. En twitter, donde escribe y opina todo el mundo, cada uno se retrata como lo que es. Quien se esfuerza en buscar atenuantes a un tipo que va por la vida arreando puñetazos da prueba de que, para él, depende de quién sea la víctima: si es de la cuerda, resulta intolerable; si es de los otros, pero, pero, pero…

El tal Andresito, como le pasa a todo el mundo, tiene una ideología y unas posiciones políticas. Las muestra a las claras en su cuenta de twitter. Es un tipo de extrema izquierda que retuitea mensajes de Garzón y de Pablo Iglesias. Pero eso no convierte a ninguno de estos dos dirigentes, ni a los votantes de esos dos partidos, en coautores o inductores del puñetazo al presidente. Echen el freno quienes pretenden elevar un suceso a la categoría de fenómeno social (que ésta es la otra vertiente del pero pero: el agresor es Andrés, ah, pero él es fruto de lo que siembran otros en su cabeza, ¿quiénes?, aquéllos a los que él ideológicamente, aprecia. Andresito se representa a sí mismo y, si acaso, a quienes le jalean por intentar abrirle a un señor la cabeza. La ideología es la coartada de los violentos.

Estados Unidos da por terminada la crisis económica. Le faltó a la señora Yellen, la jefa de la política monetaria, subirse a un portaviones y desplegar una pancarta que dijera “misión cumplida”. Después de años dopando la actividad económica a base de meter dinero en el sistema (la política de Bernanke, el bazooka) llega el momento de ir retirando el estimulador artificial. Nueve años después, la reserva federal sube (un poco) los tipos de interés, encarece (un poco) el dinero que presta, dando así por superado el bache y dando por saneado el mercado de trabajo, que ésta fue la novedad que aportó Bernanke y heredó su sucesora, Janet Yellen, vincular los estímulos monetarios —-tipos a ras de suelo, compra de activos con nivel de exigencia también bajo—- a la recuperación del empleo. Mientras el paro no ha estado en el 5 % de la población activa, no se ha planteado retirar las muletas. En Europa, zona euro, el Banco Central siempre recordó —Mario Draghi—- que sus competencias son distintas a las de la reserva federal, que su tarea es mantener la inflación en torno al dos por ciento,