OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El presidente del Gobierno también se baña, incluso se moja"

Dicen las crónicas que Rajoy se dio un chapuzón este fin de semana en el río Umia ante el asombro de los bañistas. Incapaces de asumir, según parece, que el presidente del Gobierno también se baña. Incluso que se moja.

ondacero.es

Madrid | 27.07.2015 08:16

Se hizo unas fotos el presidente con los paisanos y les confesó algo que su equipo debería tener en cuenta: “Me cunde más una hora de trabajo en Arousa que 24 en Madrid”, entiéndase en la Moncloa. Lo que habría mejorado la imagen del presidente de haber trasladado la presidencia del gobierno a Arosa. Toda esta leyenda negra que lo persigue sobre su falta de acción, el dejar que los problemas se pudran solos, la tendencia a una existencia relajada, digamos, nunca habría existido de haber gobernado el país desde Pontevedra. En una hora lo que en 24. En un día, lo que en 24 días. En un mes, lo que en dos años.

Cuentan las crónicas que el presidente estaba de un humor excelente y que ayudó a que lo mantuviera el hecho de que, entre sus paisanos, no hubiera ninguno de Podemos. De política le preguntaron poco tirando a nada, conscientes los bañistas, seguramente, de que si le das ocasión, Rajoy te coloca su discurso de la estabilidad conservadora frente a las ocurrencias, los dislates y las ventoleras, se llaman éstas Iglesias, Pedro Sánchez o Artur Mas.

Las encuestas mantienen al PP en estado de mansa expectativa. Sólo los dos partidos tradicionales superan hoy el veinte por ciento de la intención de voto. Podemos sufre una etapa de mengua sostenida que le hacen empezar a descartar la posibilidad de alzarse como segunda fuerza en noviembre y Ciudadanos no termina de traducir su alta presencia mediática en votos reales. Las dos formaciones emergentes se reparten el treinta por ciento del electorado sin más posibilidad, hoy, de tocar gobierno que negociar su apoyo parlamentario (y algunas carteras) con uno de los dos grandes. Populares y socialistas van a cerrar el curso en empate demoscópico y con ventaja, aparente, de Pedro Sánchez a la hora de forjar alianzas para ser él, y no Rajoy, quien habite desde enero la Moncloa.

Si en el PSOE hay división de opiniones sobre cuánto perjudican, o cuánto ayudan, los acuerdos firmados con Podemos en autonomías y ayuntamientos, en el PP lo que se discute es qué ha castigado más a su partido, si la política económica de estos años o la corrupción encarnada en la Gurtel y la Púnica. Esta última trama de corruptores con ínfulas, mordidas en efectivo y corruptos con firma en las adjudicaciones tiene en su larga lista de imputados a socialistas como Conesa o Fraile, pero ganan por goleada los populares. Empezando por Paco Granados y siguiendo por siete alcaldes.

En el vértice de la pirámide mangante, el capo (presunto capo) de la trama: David Marjaliza Villaseñor, que se hace llamar empresario, se atribuye a sí mismo las virtudes del esfuerzo y el sacrificio pero debe, en realidad, su prosperidad a un hecho que no tuvo nada que ver con el esfuerzo: su amigo de la infancia Granados fue escalando posiciones políticas y manejando presupuesto público. Primero en Valdemoro y luego en Madrid como hombre de confianza de Esperanza Aguirre.

Como ha admitido repetidamente la nueva líder del PP de Madrid, llamada a hacer limpieza profunda, Cristina Cifuentes, la corrupción le ha pasado factura —merecida factura—- a un partido que tuvo todo el poder y dejó hacer —nadie quería ver nada— a Granados y compañía.

El sumario de la Púnica ha dejado de ser secreto y ahí aparece este sinfín de pinceladas del fresco corrupto, el fresco de los frescos.

• Ese alcalde amiguete de Granados que le explica a una empresa de supermercados que los terrenos se le van a adjudicar a quien diga Marjaliza y luego éste se la alquilará a la empresa. Y ante las pegas de los supermercados les dice: “El adjudicatario de la parcela va a ser quien diga este señor, me la suda cómo se llame la sociedad y lo que pinte él en ella, ¿estamos?”

• Ese mismo alcalde que a mediados de agosto llama al capo a decirle: “Me hace falta pasta, mira a ver cómo se puede hacer”. Y como le han hecho diputado regional se queja de que ahora hay plenos en julio y hay que ir, vaya fastidio, pero ahí está él, tocándose los huevos, dice, que para eso se hace uno diputado.

• Ese empresario que ofrece servicios reputacionales —-amaño de foros y redes para mejorar la imagen de quien le contrata— al que la guardia civil le encuentra 82.000 euros en tres sobres dentro de dos chaquetas en el perchero del recibidor de casa. “Ahorros”, le dijo Alejandro de Pedro a los agentes, quién no ha metido unos ahorros en efectivo en unos sobres y los ha guardado en el bolsillo de la chaqueta. Cabe pensar que la primera pregunta que se les ocurriera a los agentes al ver los billetes fuera: “¿Son cobros y son para pagos?”

Hay material abundante en el sumario para anticipar un juicio difícil para los imputados. Pero hay, sobre todo, un testimonio que hiere de muerte a los demás: el del capo de la trama que, encarcelado y viendo la que se le viene encima, opta por empezar a cantar la traviata. El tipo que, buscando que la fiscalía afloje, tira de la manta y raja. Contra el resto de su banda. Desde hace semanas se sabe que Marjaliza está saliendo de prisión de vez en cuando para ser conducido a la Audiencia Nacional, a responder preguntas, resolver dudas, rellenar huecos e ir completando el puzzle que investiga el juez Velasco.

Al juez le toca separar, claro, lo que entienda que es trigo de lo que es paja. No ha tomado aún decisión alguna sobre los dos diputados regionales del PP que Marjaliza menciona como involucrados en operaciones para trampear a favor de empresas o la diputada de Ciudadanos a la que, siendo ésta concejal del PSOE en Valdemoro, dice haber regalado treinta mil euros (y otros cien mil al marido) para tenerla de su lado.

Los tres son aforados y cualquier procedimiento judicial que les afecte pasa por el Tribunal Superior de Justicia madrileño. Los tres son aforados mientras sigan siendo diputados. De momento, de momento, los tres lo siguen siendo.