OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Definitivamente, no somos nórdicos"

Definitivamente, no somos nórdicos. Aquí la negociación entre partidos —ya lo han visto— empieza por el final, por decir cuál será tu voto. "Oye, vamos a hablar". "De acuerdo, pero ya te anticipo que me abstendré en tu investidura". "Oye, negociemos". "Perfecto, pero ya te hago saber que siempre votaré en tu contra".

Carlos Alsina

Madrid | 14.07.2016 07:45

Extraña forma ésta de negociar. En otros países —fíjense qué cosa tan insólita— lo hacen al revés: el voto es consecuencia de lo que se negocia previamente y de si llega, esa negociación, o no, a buen puerto. Raro, raro, raro, papuchi.

Definitivamente, no somos nórdicos.

Aquí vamos a acabar todos en funciones. Damnificados por este grupo tan estéril de dirigentes políticos que han optado por pasarse la vida en funciones…teatrales.

Aquí no se negocia pensando en las políticas comunes que se puedan pactar, sino en cómo de mal queda el que deja que otro gobierne o el que se cierra en banda y bloquea. No se busca ni persuadir ni ser persuadido: se está buscando poder acusar y esquivar ser acusado. Con vistas, por si acaso, a la enésima convocatoria electoral. De la que hablan abiertamente sin que se le caiga a nadie la cara de vergüenza.

Extraña cosa ésta, tan nuestra también, de hacer depender tu voto de lo que voten los otros. Si Ciudadanos vota sí, entonces a lo mejor el PSOE se abstiene. Ahora, si Ciudadanos sólo se abstiene, entonces el PSOE vota en contra. Estas cosas que se están diciendo. En la Moncloa. Tan solventes desde el punto de vista argumental, ¿verdad? Tan basadas todas en el bienestar del país y de quienes lo habitamos. Si Rivera se arranca, igual Sánchez se mueve un poco. ¿Cuántas veces debe leerse en un mismo año el cuento de la lechera?

Aquí los unos, pasándole el muerto a los otros. El PSOE señalando a Convergencia y a Ciudadanos. "Que se entienda Rajoy con ellos, que siempre han sido muy de derechas". Pero Convergencia le devuelve la pelota al PSOE: que sea Sánchez quien intente ser presidente, que ellos le apoyan. Dale, Sánchez, arráncate con el pico de la muleta. ¡Nosotros de derechas!, dicen los convergentes, si siempre hemos sido socialdemócratas, como Podemos, y políticamente bisexuales, ¿no era eso?

Salmo responsorial:

Definitivamente, no somos nórdicos.

Ayer, 13 de julio histórico en el que el enredo nacional alcanzó cotas insospechadas,

Albert Rivera dijo lo que se sabía que iba a decir.

Pedro Sánchez dijo lo que se esperaba que dijera.

Y Rajoy, para sorpresa del personal, dijo algo que no estaba previsto que dijera. ¿El qué? Pues que aún no tiene claro que vaya a presentarse a la investidura.

Si las cuentas no salen, ¿para qué hacer perder el tiempo a nadie? Ésta fue la doctrina mariana en enero y vuelve a serlo ahora. O eso parece. Porque en el impagable ejercicio de abrir nuevas hipótesis sin terminar nunca de cerrar alguna, a la vez dice Rajoy que el dos de agosto es la fecha que él tiene en mente para la sesión de investidura. ¿Qué sesión, si aún no sabe si aceptará el encargo? ¿Y qué investidura, si a día de hoy tiene 137 síes, 32 abstenciones, 180 noes?

A día de hoy. Qué maravilloso comodín han encontrado algunos para no terminar de despejar nunca nada. A día de hoy, como diría Sánchez, no sólo es que Rajoy no tenga asegurado que gana la investidura, es que tiene seguro que la pierde. Y si eso no cambia, sostiene Rajoy que él se plantearía, en lugar de ir a perder, abrir una reflexión con todos los partidos para ver qué salida se le encuentra al asunto. La cosa es meritoria, eh: como entre todos no sabemos investir un presidente de gobierno, juntémonos todos para buscar una salida a nuestra propia incompetencia.

Definitivamente, no somos nórdicos.

Sánchez dice que el suyo es un partido autónomo y con proyecto propio. Que ellos son la alternativa al PP, hombre, cómo van a facilitar ellos que Rajoy siga en el gobierno. Pero…a la vez, que ellos estarán en la solución. Siempre que investidura lleve aparejado gobernabilidad. O traducido, siempre que el aspirante reúna, al margen del PSOE, algo cercano a una mayoría absoluta.

Es interesante que el mismo Sánchez que se presentó a la investidura con 130 diputados diga ahora que hay que tener 176 para que la investidura tenga sentido. Pero bueno. Va a hacer cuanto esté en su mano para que haya un gobierno estable y no se celebren las terceras elecciones. ¿Por ejemplo? ¿Podría dar algún ejemplo de lo que está dispuesto a hacer? Cuando habla de un gobierno estable, ¿hay que entender se refiere a uno de Rajoy o a uno del PSOE?

Sánchez retomó ayer su frase favorita de enero: "la democracia tiene sus tiempos y éste es el tiempo de Rajoy". En enero dijo esto mismo, antes de que Rajoy renunciara a la investidura porque la perdía y él se ofreciera para intentar ser elegido.

En el PSOE, lo sabemos, sostienen que no está en su ánimo intentar formar gobierno. A día de hoy. Pero claro, si Rajoy no lo consigue y no queremos que haya elecciones, algo habrá que hacer, por el bien de España, por supuesto. ¿Cómo llamó el barón socialista Lambán a esta idea cuando la sugirió su compañera baronesa Armengol?

La tramontana. Que a base de soplar trastorna el juicio.

Pues ojo a la tramontana que está soplando.

A Sánchez hay dos grupos que le están ofreciendo su apoyo si se decide a intentarlo de nuevo. Uno es Convergencia, que se siente —fíjate tú— más aliado natural de los socialistas que de los populares. El otro es Podemos, que dice Rajoy no, elecciones tampoco, el camino es un gobierno los otros. Entiéndase, presidido por Sánchez. Que ésta vez sí podría ganarse a Podemos por dos razones: en la fórmula ya no está Ciudadano y la condición indispensable ya no es gobernar en coalición. Visto el éxito de su actitud anterior, no parece descabellado que Iglesias ofreciera su voto favorable en la investidura a un gobierno de Sánchez en minoría y sin más socios.

Ojo a la tramontana que está soplando.

PSOE+Podemos+nacionalistas e independentistas suman (sumarían) 180 síes. Enfrente tendrían 170 noes. Bueno, 169, Coalición Canaria siempre acaba acudiendo en socorro del vencedor.

Los días siguen pasando. No hay gobierno claro a la vista. Ni siquiera hay calendario, por más que Rajoy les suelte a los periodistas fechas, pitas, pitas. Y a cambio, lo que tenemos, es cada vez más confusión.

Y encima presenta su dimisión sorpresa Antonio Resines.

Definitivamente, no somos nórdicos.

Ni pinta tenemos de querer serlo.