OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Date prisa Albert, no sea que aparezcan más imputados"

A las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Les digo una cosa. ¡Date prisa, Albert, date prisa a ver si nos van a aparecer más imputados! En Ciudadanos están urgiendo a sus dirigentes anunciar ya el doble acuerdo —-o el trío, con Susana en Andalucía, con Cifuentes en Madrid—- antes de que a algún juez se le ocurra imputar a uno del PP o a uno del PSOE convirtiendo a Rivera en víctima de su propia doctrina. Como si fuera Garbancito arrojando miguitas de pan —Garbancito que en origen era catalán, el Patufet—, Ciudadanos ha ido dejando pistas suficientes para que el PSOE andaluz y el PP madrileño den a esta hora por hecho que sus jefas de filas respectivas serán presidentas. Pista en Madrid: el acuerdo de anoche entre PP y Ciudadanos en virtud del cual obtiene este partido la vicepresidencia del parlamento autonómico. “¡Sólo hemos hablado de eso!”, dicen en Ciudadanos, sólo se ha negociado la mesa de la cámara. Pero muy sorprendente sería, ¿verdad?, que el PP cediera la vicepresidencia a otro partido sin obtener de éste nada a cambio. Aún no hay anuncio oficial, pero en el entorno de Cifuentes dicen que a Gabilondo se le está poniendo cara de Esperanza Aguirre: de perdedor condenado a ejercer la oposición.

ondacero.es

Madrid | 09.06.2015 08:17

Pista en Madrid, la mesa de la Asamblea. Pista en Andalucía: que Ciudadanos ya no exige la defenestración de Manuel Chaves para empezar a hablar con Susana. De hecho, hoy hablará con ella Marín en la única reunión de la que los socialistas esperan que salga algo. Marín siempre tuvo predisposición a pactar con el PSOE y fue Rivera quien echó el freno a la espera de ver qué pasaba en las elecciones municipales y con idea de meter la investidura de Susana en el bombo global de los pactos y los premios. Tal como se construyó entonces la coartada Chaves —-o lo mandan a casa o no hablamos— se desmonta ahora la coartada y se acepta la jubilación en diferido como pulpo. Susana espera de Ciudadanos un “sí” a su investidura quizá este mismo viernes. Y, paradójicamente, que Cifuentes empiece a tener resuelto lo suyo es oxígeno para Susana, aunque se fastidie Gabilondo. Que no es tanto Gabilondo como su mentor, Pedro Sánchez. Y oye, que Sánchez se fastidie tampoco es una gran incomodidad para Susana. Cosas que pasan.

Habiendo puesto tanto acento en la expulsión inmediata de todo imputado, hay que entender los azorados que estaban ayer en Ciudadanos al saber que la policía nacional estaba otra vez deteniendo gente por el fraude de los cursos de formación. Treinta y cinco detenidos, tres nuevos imputados, la previsión de que acaben siendo más de ciento cincuenta personas las arrestadas, muchas de ellas cargos intermedios de la Junta. Imagina a los dirigentes de Ciudadanos peinando ayer la lista por si tuviera que pedir más cabezas a Susana. Además de Chaves y Griñán, ¡póngame otros ciento cincuenta! En lugar de cabezas disecadas en su despacho acabaría poniendo Albert Rivera un museo de los horrores, la cripta de los defenestrados. ¡Date prisa, Albert, y anuncia ya los acuerdos que esto se nos va de las manos!

Si todas las pistas se revelan ciertas —Andalucía con el PSOE, Madrid con los populares— lo siguiente que habrá de hacer Ciudadanos es explicar a sus votantes los criterios que ha seguido. Si es el apoyo a la lista más votada o es el apoyo a un programa de gobierno. O cómo un partido que hace bandera del cambio acaba siendo clave para que siga gobernando el mismo partido que lo lleva haciendo décadas. El cambio estará en la forma de gobernar, explican los Ciudadanos, en el aumento del grado de exigencia. Cambio de signo político no habría ni en Andalucía ni en Madrid pero Rivera mantendría el equilibrio entre el PSOE y el PP y se abstendría de entrar en los gobiernos para evitar, así, mayor desgaste. Y enarbolando la bandera de la estabilidad de los gobiernos. La estabilidad que tanto invoca Susana, que tanto invoca Rajoy y que tanto invoca el Fondo Monetario Internacional.

Es interesante, fíjense, esto que sucedió ayer. La dirección de Podemos, tan alérgica —en apariencia— a las instituciones financieras internacionales estuvo reunida en Madrid hace unos días con los hombres sin nombre del Fondo Monetario Internacional que vienen de vez en cuando a vernos para saber cómo llevamos las reformas. Una de las asistentes a esa reunión, Carolina Bescansa, contó ayer lo encantados que habían salido todos de la reunión. Podemos porque percibía una gran coincidencia en el diagnóstico de la situación económica —las poliíicas no han funcionado y hay que cambiarlas— y el Fondo porque había despejado cualquier temor que pudiera producirle un gobierno podémico.

Todos contentos, en un país multicolor nació una abeja bajo el sol. Tranquilidad y buenos alimentos. Pero sólo unas horas después difundió el FMI su examen sobre España y dijo dos cosas: que le preocupa mucho que avancen quienes pretender deshacer las reformas (pensaba en Podemos) y que las recetas adecuadas son subir el IVA, introducir el copago en la enseñanza y agudizar la reforma laboral yendo al contrato único (sarpullidos en Moncloa, ¡eso es lo que propone Garicano!) Entonces: o Carolina Bescansa estuvo reunida con unos tipos que se hicieron pasar por gente del FMI pero que eran otra cosa —-yo qué sé, espías de la FIFA, agentes ucranianos, clones del pequeño Nicolás—- o en esa reunión ambas partes jugaron a agradar al contrario fingiendo ser lo que no son. Que el Fondo Monetario, tan dado a decirle al personal lo que debe hacer y tan poco dado a rendir cuentas de sus errores, se inquiete por el triunfo de un partido como Podemos entra dentro de lo previsible: nada incomoda tanto al FMI como que puedan llegar actores nuevos que le desafíen o no le hagan ni caso. Más sorprendente es lo contrario: que Podemos presuma de coincidir con el FMI en el diagnóstico de la crisis española y que celebre como un éxito haber sofocado cualquier temor que pudiera tener el organismo financiero a su triunfo. El electorado de Podemos —-el primegenio al menos—- debe de estar perplejo: prometían darle la vuelta a la tortilla y acabar con la enajenación de la democracia que practican instituciones que no pasan por las urnas —-tiemble el poder financiero porque las cosas van a cambiar—- y ahora el éxito consiste en que esa organización sin alma y sin escrúpulos entienda que no hay nada que temer si el gran cambio político se produce. Quédese tranquila Cruela Lagarde. Podemos ya no quiere ser Syriza.